lunes, 29 de mayo de 2023

LA PASCUA ENTRE DIOS Y EL HOMBRE.

Llegó el día de los panes sin levadura, en el cual era necesario sacrificar el cordero de la pascua. Y Jesús envió a Pedro y a Juan, diciendo: id, prepararnos la pascua para que la comamos” (Lucas 22:7-8).

Se acercaba el día de la pascua, Tanto Pedro como Juan estaban más próximos a Jesús. 

Era el día 15 del mes de Nisán, era un día de reposo ceremonial, y era el comienzo de la fiesta de los panes sin levadura (Éxodo 12:8, 18, 34,39; etc. 

Esta era un fiesta especial para los miembros de la familia. Este símbolo prefiguraba la muerte de Nuestro Señor Jesucristo. 

De la misma manera, la gavilla de la fiesta de los panes sin levadura representa a Cristo “resucitado de los muertos;... que son primicias de los que durmieron”(1 Cor. 15:20, 23). 

Cristo quería resguardarse de cualquier movimiento prematuro de sus enemigos. 

Los discípulos encontraron al hombre que llevaba un cántaro. Lo siguieron y entraron en su casa y le dieron el mensaje al dueño de la casa. 

Cuántas veces el Señor nos insta a hacer la pascua con el. Y cuantas veces se la negamos. 

La pascua es la preparación de nuestras almas, todo lo que hay en el corazón, todo lo inmundo, toda las malas acciones, y toda reyerta entre hermanos de la fe, debería de desaparecer para no volver más al corazón.

Pero muchos hacen la pascua, y vuelve por el mismo camino, no quieren dejarlo. Pueda ser su última cena, y poco a poco se alejara de su Señor, como le pasó a Judas. 

Cristo tenía muchas cosas que decirles a sus discípulos,pero no estaban preparados, en su corazón aún había rencillas, y cada uno quería el puesto más elevado. 

El corazón de Cristo estaba triste, pero sabía que la hora más dura para ellos estaba por venir. 

Su amor era tan grande por ellos, que las palabras de consuelo se detuvo en sus labios. 

En muchas ocasiones nosotros somos igual que los discípulos, y Cristo no puede hablarnos, hasta que vea que hay un cambio en nuestras vida. 

Es entonces cuando ese cambio sea hecho, Cristo nos dirá que tenemos que hacer, para seguir sus pasos. Después de la muerte de Cristo, 

ellos comprendieron lo que Cristo les queria decir y, no pudo decírselo por su dureza de corazón. 

Abramos nuestro corazón a Cristo cada día, entreguemos a Cristo diariamente, y él abrirá las puertas del cielo llenas de bendiciones para cada uno de nosotros. 

Que en cada corazón de cada uno de vosotros lata el corazón y la esperanza de ver a Cristo otra vez.

MARANATA.

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