viernes, 5 de junio de 2020

SABER PERDONAR.

Y dijo David a Saúl: ¿por qué oyes las palabras de los que dicen: Mira que David procura tu mal? He aquí han visto hoy tus ojos cómo Jehová te ha puesto hoy en mis manos en la cueva; y me dijeron que te matase, pero te perdoné, porque dije: No extenderé mi mano contra mi señor, porque es ungido de Jehová. 1º Samuel. 24:9, 10.
David es un ejemplo para cada cristiano que quiere ver a Jesús en su segunda venida. Nótese el lenguaje que usa David con Saúl. 

Sus palabras son bondadosas y delicadas, no son ásperas, como muchos cristiano hacen con sus hermanos de fe cuando tienen algún problema con su hermano de fe. 

David en vez de culpar a Saúl por todos sus hechos, David aludió a la influencia de las lenguas falsas que rezumaban la maldad del interés propio e instigaban al rey usándolo para sus propios e intereses personales. 

Lo cierto es que más de un cristiano esta influido por unos intereses personales y egoístas, y hace uso de ese poder en todos los ámbitos de la iglesia. 

La seguridad de la posición de ellos depende de la forma en que puedan adular al caudillo, pastor, y anciano de una iglesia. David tenía mucha magnanimidad. 

Esta característica resaltaba en esa época en contraste con el espíritu prevaleciente. El tiempo si ha cambiado pero la forma no. Se cuenta una historia que relata la vida de un periodista y la campaña del presidente McKinley. 

Durante toda la campaña este periodista le criticaba sin cesar, y por ende viajaba en el carruaje de McKinley. Durante un viaje el tiempo se empeoro y hacia mucho frio, el joven no iba bien abrigado ya que el estaba con el conductor. 

Al notar que el reportero no estaba bien abrigado y estaba pasando frio, McKinley detuvo su carruaje, se apeo, y le dijo al joven: 'Bájese de ahí, joven'. 

El periodista pensó que había llegado la hora de la venganza. Se apeó, y McKinley le ofreció su abrigo y lo invitó a viajar en su vehículo cerrado. El hombre vacilaba. “Pero Ud. no sabe quien soy yo. Lo he estado fustigando durante toda su campaña”. 

“Si lo sé”, pero póngase el abrigo contesto McKinley y métase adentro, así trabajara mejor. 

Así como David demostró su grandeza ante Saul, así hay hombres que demuestra su grandeza de corazón ante los demás. Dios es el que pesa el corazón del hombre, y sabe cual es su camino. 

El ser de nombre cristiano no nos hace grande ante Dios. La grandeza del cristiano es hacer la voluntad de Dios. 

Estos son los que de corazón pueden racionar con grandeza ante una oposición hostil.

En nuestra sociedad moderna vemos a menudo a personas que tratan de destruir la influencia de quienes no concuerdan con ellos. 

Al cristiano se le ordena amar a sus enemigos, incluso dentro de su iglesia. 

La gran pregunta: ¿Cómo estamos nosotros los cristianos que esperamos la segunda Venida de Cristo?
MARANATA.
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