Por esta causa doblo mi rodilla ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien es nombrada toda la familia en el cielo y en la tierra. Efesios. 3:14-15
Una de las grandes ventajas que posee el cristiano, es el acceso al trono de la gracia. Estro me recuerda las andanzas de los nobles caballeros de Castilla y León, cuando quería ver al rey muchos visitaban a la reina, para acceder al rey.
El cristiano posee el acceso directo hasta el trono celestial a través de los Méritos de Cristo.
Los caballeros de la nobleza Española, se arrodillaban ante la presencia del rey, reconociendo su humildad y reconociendo su dependencia del rey.
Los caballeros de la nobleza Española, se arrodillaban ante la presencia del rey, reconociendo su humildad y reconociendo su dependencia del rey.
Pablo dobla su rodilla ante el trono de la gracia, demostrando que depende del Rey del Cielo Cristo Jesús.
Dios quiere que todas las familias humana se lleguen hasta el trono de la gracia, ya que los méritos de Jesús es la garantía a este ascenso.
Dios quiere que todas las familias humana se lleguen hasta el trono de la gracia, ya que los méritos de Jesús es la garantía a este ascenso.
Pero a lo largo de los siglo, la disformidad de ver las cosas lo han cambiado todo. Y muchas veces aceptamos una visión deforme por culpa de la tradición transmitida por nuestros padres.
Cada familia debería consagrarse cada mañana a su hacedor, y poner todo sus planes a su disposición. Recuerdo cuando cogía el Canfranero para llegar a Huesca.
El cristal distorsionaba mi visión de las cosas, que estaba contemplando.
El cristal distorsionaba mi visión de las cosas, que estaba contemplando.
En nuestra vida vemos lo mismo, nuestra vista distorsiona lo que vemos. Esta distorsión puede ser el orgullo, el odio, y tantas cualidades defectuosas que poseemos el ser humano cuando no esta sujeto a Cristo.
Demasiado a menudo el ser humano alberga la creencia, o posiblemente la convicción, de que sólo la gente que se encuentra de este lado de la ventana es normal y superior. Todos somos hechos a la semejanza del linaje de Adan, (Hech. 17:26).
Todas las personas que nos encontramos en el sendero de la vida son hijos de Dios por la creación y por redención.
La riqueza de su gloria la cual Dios otorga sus bendiciones a la humanidad; por eso son ilimitados los recursos que están a disposición de cada hijo de Dios.
El hombre mide con su propia debilidad e insignificancia; Dios con su gloria y riquezas ilimitadas para darla a sus hijos.
Nuestro Padre celestial quiere impartir esas riquezas con sus hijos, pero muchos no la reciben porque tienen la miopía y no ven bien.
El poder para el cristiano y que fortalece es el de Dios, el cual es transmitido mediante operación del Espíritu Santo.
El mismo poder que convierte a los seres humanos deben de continuar en ellos para que haya crecimiento. Sin este requisitos muchos se perderán.
MARANATA.
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