sábado, 5 de noviembre de 2016

ARMADOS PARA EL CONFLICTO


Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estad firmes. Efe. 6:13.
Hay muchos que no comprenden el conflicto que se lleva acabo entre Cristo y Satanás por las almas de los hombres. 

No advierten que si quieren permanecer bajo la bandera ensangrentada del Primer Emanuel, debe estar dispuesto a ser participe de su conflictos y sostener una guerra resuelta contra los poderes de las tinieblas. 

Pensando en el conflicto, Pablo escribe a sus hermanos de Éfeso exhortándolos a “ser fuertes”, y no débiles, no vacilantes, llevados y traídos como las olas del mar. Pero, ¿en qué debía fortalecerse? ¿En su propio poder? No. “Fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza”. 

Dice Pablo: “Vestíos de toda armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo o Ibid. 

Por que no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. 

Por lo tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, Habiendo acabado todo, estar firmes” (ver. 10-12). 
En pleno siglo XXI hay hombres que esta siendo gobernados por estos ángeles de las tinieblas, su deleite es matar, degollar a personas inocentes.

La obtención de la vida eterna no es “morir por Dios oh matar en el nombre de Dios” . Para obtener la vida eterna siempre el cristiano tendrá una lucha y un conflicto permanente, con los ángeles de las tinieblas. Debemos pelear continuamente la buena batalla de la fe. 

Somos soldados de Cristo y los que se alistan en su ejercito deben esperar hacer una obra difícil que exigirá sus energías hasta lo sumo. 

Debemos comprender que la vida de un soldado es de lucha agresiva, y de perseverancia y paciencia. Por causa de Cristo hemos de soportar pruebas. 

Es la última batalla. La victoria no se gana por ceremonias o ostentación, sino por la obediencia a Cristo nuestro General. Es el Señor y Rey de los Cielos. Quien confié en él nunca conocerá la derrota. La obediencia a Dios es libertad de la servidumbre del pecado. (RH. 1908)
Maranata
Luis José de Madariaga.
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La Biblia a través del tiempo.
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