El elevado destino manifestado en esta expresión de triunfo del discípulo amado. El apóstol ha presentado la idea del “nacido de Dios” (cap.2:29), y explica cómo se produce este nacimiento y cómo debe obrar este nacimiento en nosotros.
Y es así como el cristiano debe considerar su conducta y que tiene que proyectar al exterior. Juan nos pide que proyectemos o que compartamos con los demás creyentes, sean cristianos o no.
La admiración de Juan no conoce limites al contemplar la inmensurable altura y profundidad y anchura del amor Divino. Es digno de notar que en los Evangelios se mencione 9 veces el “Amor” (1º Cor. 13:1; Mat. 5:43-44).
Y en el AT. Se menciona 10 veces. Pero Juan usa agápe y el verbo afín agapáo “amar” más de 46 veces. Esta cautivado por el amor de Dios sobre el ser humano.
El ser humano fué hecho el rey de la creación; pero cuando contemplamos las cenizas de un cuerpo quemado nos viene la mente las palabras del salmista:
“¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, que lo visites?” (Sal. 8:8)Para el hombre es imposible comprender el amor de Dios, pero él si nos comprende a nosotros, y es por ese amor, que fue capaz de dar a su Hijo.
Hay otro acto del amor de Dios hacia el hombre, que siendo pecadores nos sigue amando.
Esta es la razón por la cual el mundo no reconoce a los cristianos que guardan sus mandamientos.
Recordemos a los Valdenses, perseguidos, durmiendo en cuevas, muchos de ellos quemados por la Inquisición, maltratados y torturados.
Pero ellos conocieron el amor de Dios, y dieron su vida por ese amor. El mundo no conoce ese amor, porque no conoce a Dios. La asombrosa gracia de Dios dada al hombre consiste en que éste puede encontrar su descanso en su Dios.
“Venid, benditos de mi Padre --invita el Maestro--, heredad el reino preparado para vosotros” (Mat.25:34).
“El mundo no nos reconoce porque nunca ha tenido relación personal con Dios”.Los amantes del mundo se ha negado a conocer al Padre, porque lo que es natura que no puedan reconocer a aquellos a quienes Dios llama sus hijos, o que no estén dispuestos a hacerlo.
Cuanto más los hijos de Dios reflejan el carácter divino, más se despiertan la ira de los que han rechazado el amor de Dios.
Qué destino elevado se ofrece a los seres humanos, vivir en este mundo cómo hijas y hijos de Dios, y en el mundo venidero como ciudadanos de la Nueva Jerusalén.
MARANATA.
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