Cuando la iglesia primitiva tuvo la necesidad de formar un equipo de diáconos, reconoció cuán importante era encontrar hombres de buen testimonio.
El Talmud dice: En tiempos posteriores era siete los que estaban encargados de los asuntos públicos de la aldeas judías (Talmud, Megillah 26a).
Tenían que ser hombres de buen testimonio, y este grupo era muy especial para la iglesia. Con este grupo se constituyo en lo sucesivo el diaconado (Hap. 73-74).
Estos hombre debían ser honesto, hombre de fe, y dedicados al servicio de la comunidad. cf. 1º Tim. 5:10).Se nos da la característica de estos hombres.
La situación de la iglesia no mejoraría a menos que se asignara la tarea de distribuir equitativamente los fondos a hombres de reputación intachable.
Debían de ser personas honradas y eficientes, aceptables antes sus hermanos. Tanto los diáconos como los ancianos tenían que tener cualidades intachables ante la iglesia.Esto implica honradez hacia la fe que se ha abrazado.
La evidencia textual establece (cf. p.10) que en “llenos de espíritu”. Esteban estaba lleno de Espíritu Santo. Los apóstoles entendían que la obra del Espíritu incluía más que el don profecía y el don de lenguas.
Esto varones elegidos no sólo debían atender las necesidades espirituales de los pobres, sino manifestar prudencia, discreción, capacidad administrativa y sabiduría para la obra.
Tanto Pablo como Santiago (1º Cor, 12:8; Sat. 1:5; 3:13), que el Espíritu Santo nos da sabiduría para testificar y para desempeñar los cargos de diaconado.Tenemos el ejemplo de Esteban, llenos del Espíritu Santo y de fe.
Los que son llamados a este gran ministerio, tienen una gran responsabilidad ante Dios y los hombres. No sólo consiste en recibir a los hermanos, va más aya.
La honestidad es esencial, la dedicación a la obra es importante, no todos tienen el mismo don, pero según el don recibido por el Espíritu Santo , así debe de obrar.
Estos hombres escogidos por el Espirito Santo, debían de ser hombres de oración, hombres piadosos, que dejen un recuerdo entre los hermanos.
Si Cristo cuando estuvo en la tierra, era un hombre de oración, ¿cuánto más los diáconos?
Tenían el imperativo de atender a los mas necesitados y de predicar el evangelio a los gentiles. Esta es una lección que los diáconos tenemos que aprender.
Los que nos precedieron a los diáconos del siglo XXI, nos han dejado un legado de fe y amor por los demás.
MARANATA.
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