domingo, 23 de septiembre de 2018

LA ESPERANZA DE UN CRISTIANO.

Y no sólo sufre el universo, sino también nosotros, que ya tenemos el Espíritu como anticipo de lo que vamos a recibir. Sufrimos profundamente, esperando el momento de ser adoptados como hijos de Dios, con lo cual serán liberados nuestros cuerpos. Rom. 8:23. V,P.

Los cristianos que tienen un conocimiento de la palabra de Dios, y aun aquellos cristianos que tienen una idea de la compresión de la Biblia y de la venida de Cristo un poco distorsionada. Suspiran por un mundo mejor, más justo y lleno de paz; donde no haya violencia. 

El cristiano carnal sólo piensa en el cielo con calles de oro, tremendas mansiones, con una infinidad de joyas, y una placida vida. Los otros cristianos, llenos del Espíritu Santo, que hayan y los que estemos disfrutando de las bendiciones de Dios, gemimos junto con la creación. 

Aunque tenemos las primicias del Espíritu Santo, queremos ser libres de este cuerpo que lo que hace es chasquear a Jesús. Pablo declara, que el gozo del cielo, es la perfección en Cristo y estar con él. Tener una redención y olvidar las penalidades de esta tierra corrompida por el pecado. 

Tener otra naturaleza, y poder hacer la voluntad de Dios. 

Sabiendo que cada don de la gracia puesto al servicio de Dios hace que exhalemos un suspiro por lo que todavía falta. 

Dios nos promete una gran cosecha, hombres que hoy descansa en el Señor, recibirán su corona por su trabajo bien hecho. 

Los que todavía estemos en este mundo de oscuridad, tenemos que alumbrarla, para que se manifieste la gloria de Dios en un mundo ateo. 

Pablo habla de las primicias que estamos recibiendo del Espíritu Santo, y a pesar de nuestra incapacidad para regenerarnos, el Espíritu Santo no nos abandona. 

Esa primera cosecha para Cristo somos nosotros, tú y yo, y ahora nos toca a nosotros aumentar esa cosecha para gloria de Dios. El Espíritu Santo había descendido en forma especial en Pentecostés, y sus bendiciones continuaron hasta llegar a ti. 

Ahora esperamos ese derramamiento de la lluvia tardía, aunque en mil humilde opinión, se esta derramando, no en su plenitud, pero pronto sera el torrencial para aquellos que claman de día y de noche. 

Dentro del cristiano que ha nacido de nuevo, el Espíritu Santo produce la dulce fruta del amor, el gozo, la paz, la paciencia, la bondad,la tolerancia, y la fe y el dominio propio. 

Pero tengo que decir que las normas se han bajado, los principios han caído, y la gran mayoría se perderá. 

Pablo hace un llamado para que dejemos al Espíritu Santo que nos transforme a la semejanza de Jesús. 

La transformación del carácter que distinguirá a los hijos de Dios se reflejara en su lealtad a Dios, y no a las dirección de los hombres que impone su criterio.
MARANATA.
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