Pues no habéis recibido el espíritu de
esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el
espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! Romanos
8:15
“No recibisteis” cuando te bautizaste en tu
nueva vida cristiana, cuando eras reconocido, y justificado y
renaciste. Dios te mando el espíritu a tu corazón, para que
empezaras una nueva vida en Cristo Jesús.
Y pasaste a formar parte
de la familia de Dios. Pablo está hablando cuando uno siente esa
adopción y a dejado de ser un esclavo de la carne, entonces
“espíritu” se debe de escribirse con mayúscula, ya que formamos
parte de la familia real del cielo.
Pero el descuido, el abandono, y
ir tras las cosas de este mundo, ara que el espíritu de Dios nos
baya dejando poco a poco hasta ser abandonados. No nos daremos
cuenta hasta que estemos solos y abandonados a nuestra suerte.
Cuando uno es consciente de la adopción entonces brota el
sentimiento de afecto, amor y confianza, como el que los hijos
sienten hacia los padres y los padres hacia los hijos.
Es el Espíritu
que hace este gran ministerio ya que su propósito es unir a al
Salvador con su familia humana y poseer un verdadero compañerismo.
Pablo emplea esta expresión en otros pasajes de su epístola para
describir la adopción simbólica de la nación judía y los gentiles
como hijos de Dios (Gál. 4:5; Efe. 1:5), y la adopción
perfeccionada de los creyentes en la gran gloriosa venida de Cristo,
donde todos estaremos con Jesús.
Hemos sidos adoptados, por lo
tanto podemos llamar a Dios Papa. El Espíritu Santo da testimonio de
que así es. Cada uno de ustedes, es un testimonio de como nos ama el
Padre, y como fue demostró su amor por nosotros.
Somos piedras vivas
sacadas fragua para ser moldeadas conforme a su voluntad. Aveces nos
creemos que somos indinos de ser amados por Dios. Como hijos de Dios,
debemos andar a la vista de nuestro Dios como él anduvo.
Y para
darnos ejemplo como comportarnos ante una sociedad decadente moral
mente. Los hijos de Dios deben dar ejemplo en todo momento de lo que
son.
Los hijos de Dios son pétalos de flores que esparcen su
fragancia por donde pasan, y dejan huellas en el camino para que
otros sigan sus huellas.
Si cada flor expresa el amor de Dios, sus
hijos no debería ser menor, la fragancia que impregna la palabra de
Dios en nuestros corazones, debe ser transmitida a todos los seres
humanos. Así Dios tendrá más flores en el jardín celestial.
Así Dios revelara a través de nosotros el gran amor que siente por
una raza caída. Si cada flor es una expresión del amor de Dios.
¿Que debemos expresar nosotros hacía la raza caída?
MARANATA.
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SECCIÓN CCXIV (214). DANIEL Y LOS DOS IMPERIOS.
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*SECCIÓN CCXIV (214). DANIEL Y LOS DOS IMPERIOS*
*CONTINUACIÓN DE LA SECCIÓN CCXIII (213)*
*Daniel 8:14. /C*
*Unas de los aspecto de debe de dejar clar...
Hace 20 horas
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