El Espíritu mismo da testimonio a nuestro
espíritu, de que somos hijos de Dios. Romanos 8:16
Una de las cosa que el pueblo de Dios que
espera la segunda venida de Cristo, tiene que tener en cuenta lo
siguiente:
”El oficio y la obra del Espíritu Santo nos han sido
presentado con mucha claridad en las escrituras (Juan. 14:26; 16:8,
13-15; Rom.8:26).
Pero la naturaleza del Espíritu Santo es un
misterio,”en cuanto a estos misterios, demasiado profundo para el
entendimiento humano el silencio es oro”
Se que las comparaciones
son odiosas, pero un ejemplo bale mas que mil palabras.
Los que le
gusta la astronomía saben que en el universo existen agujeros negros
descomunales, supermasivos, no se puede ver, pero sus efectos si se
pueden ver.
No comprendemos el misterio del Espíritu Santo, pero si
sabemos sus efectos en las personas. “Nadie puede llamar a Jesús
Señor, sino por el Espíritu Santo” (1º Cor. 12:3).
Y es
igualmente cierto que nadie puede llamar Dios al Padre sino por el
mismo Espíritu (Gal. 4:6).
En la misma forma en que llegamos a ser
hijos de Dios por medio del poder regenerador del Espíritu Santo
(jun. 1:12-13; 3:5; 1º Juan 5:6, 10-13).
Viene por medio de la
presencia interna del Espíritu de Dios (Rom.8:14) tenemos la
seguridad permanente de que todavía somos hijos de Dios; podemos
saber que él vive en nuestra vida (Gal. 5:22).
Si hay amor en
nuestro corazón para Dios también lo habrá para nuestro prójimo
entonces sabremos que hemos pasado de muerte a vida (1 Jun. 3:14).
Entonces comprenderemos que somos convertidos por la renovación del
espíritu Santo en hijos de Dios.
El Espírito Santo crea dentro de
la persona a la que llena, una “perceptividad espiritual que es
una habilidad intuitiva para reconocer a Dios”. Sabemos sin la
menor duda que somos parte de la familia de Dios mediante la muerte
de Jesús.
“Ahora 'el Espíritu mismo da testimonio a nuestro
espíritu de que somos hijos de Dios'.
Dios no haría depender a su
pueblo de una conjetura, o un deseo o una débil esperanza de que
podía ser su hijo; el desea que tengamos una evidencia absolutamente
irrecusable.
El cristiano no necesita andar ni dudar de la promesa
de Dios.
Y el Señor le dará una evidencia tan clara que no tendrá
duda jamas. No hay un sólo hijo de Dios que no haya tenido una
experiencia tal, que declare que no es hijo de Dios.
Dios se
manifiesta por la obra del Espíritu Santo en nuestras vidas. Para
dar testimonio al mundo que somos hijos de Dios y guardamos su ley
que es inmutable.
MARANATA.
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SECCIÓN CCXIV (214). DANIEL Y LOS DOS IMPERIOS.
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*SECCIÓN CCXIV (214). DANIEL Y LOS DOS IMPERIOS*
*CONTINUACIÓN DE LA SECCIÓN CCXIII (213)*
*Daniel 8:14. /C*
*Unas de los aspecto de debe de dejar clar...
Hace 21 horas
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