Nuestras almas deberían de tener
hambre de los dones del cielo. ¿para qué? Para esparcirlas por el
mundo que esta pereciendo.
Tenemos que ir a Dios con fe y derramar nuestras súplicas ante él, creyendo que obrará en nuestro favor y de aquellos que han de salvarse por los méritos de Cristo.
Tenemos que ir a Dios con fe y derramar nuestras súplicas ante él, creyendo que obrará en nuestro favor y de aquellos que han de salvarse por los méritos de Cristo.
Debemos
de dedicar mas tiempo a la oración ferviente. El tiempo es corto, y
un mundo que perece esta apunto de su destino final. Él está listo
para perdonar y ayudar. Aquellos que aceptan a Cristo como su
salvador es sólo el comienzo de su carrera.
El salmista usa la
alabanza como una oración elevada a los atrios de Dios. Dios nos da
un corazón para alabarlo. Es una idea muy frecuente en los salmos (
Sal. 3:3; 96:1; 98:1; 144:9). El creyente que se mantiene cerca de
Dios encontrará diariamente nuevas razones para alabarlo (Lam.
3:22-23).
El canto de los redimidos será un cántico nuevo, es el
canto de una experiencia personal, un himno de victoria. Pero para
ver esta liberación, hay que llamar a otros para que participe en
ella.
El aceptar a Cristo es sólo el comienzo de los cristianos
convertidos a la verdad, y de los que ya están, por qué ellos
guardaran la ley de Dios, y comprenderán que su ley es inmutable.
Pedir a Dios fuerzas para proclamar su verdad.
El salmista ve su
necesidad como pecador. Cree firmemente que es aceptado por Cristo y
sabe que es el comienzo de su carrera.
Tiene que haber una relación intima con su hacedor, hay mucho que aprender, para experimentar esa unión entre Dios y el hombre.
Tiene que haber una relación intima con su hacedor, hay mucho que aprender, para experimentar esa unión entre Dios y el hombre.
El salmista ve su necesidad de pedir a
Dios sus peticiones. El no se ofende cuando sentimos la necesidad de
probar sus respuestas. Es su deleite llevar a cabo su parte en el
proceso de esa vinculación.
“¡Pruébeme! .invita-, ¡Comprueben
si no soy el mejor Padre y amigo que has conocido!” “¡Es un
pecado dudar de él!” David comprendió esto cuando fue perdonado
y confió en su Dios. Jesús paso tres años con hombres que estaban
llenos de dudas en la noche de la crucifixión.
Cristo trabajo en sus
corazones para resolver sus dudas. Ellos conocieron el gran amor de
Cristo por ellos, y cuando llego el momento no le abandonaron.
Testificaron por él y murieron por su Maestro. Conocer a Cristo es
amarlo. Es confiar en El.
La vida devocional del cristiano no es para
demostrar su consagración, sino para mejorar su capacidad de confiar
en Quien es digno de confianza. Toda una vida.
MARANATA.
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