sábado, 29 de septiembre de 2018

¿COMO ESTÁ TU TEMPERATURA ESPIRITUAL?

En lo que requiere diligencia, no perezoso; ferviente en Espíritu, sirviendo al Señor. Rom. 12:11.
Cuando una cara está resplandeciente,”no siempre tiene el Espíritu Santo” una persona puede estar alegre, sonriente y cariñosa. 

Pero otra cosa es que dicha persona, “actué y hable con tal serenidad, que sus palabras transmita paz y gozo al que las escucha”. 

Tenemos ejemplos en la palabra de Dios de hombres y mujeres que cuando hablaban se reconocía que habían estado con Dios. Pablo no se refiere en este texto asuntos seculares, sino a un celo espiritual.

El resplandor de la persona debe de venir del interior y mientras el amor es expresado en acciones y palabras. El cristiano no ha de permitir que su celo decaiga, sino debe de dedicarse de todo corazón al servicio del Señor. 

Esto ocurre cuando tenemos una experiencia con el Señor y queremos compartirla con nuestros amigos más íntimos. 

El Espíritu Santo no obra haciendo que la persona salte y grite haciendo gestos como diciendo estoy llena del Espíritu de Dios. 

¡No! El Espíritu Santo no se manifiesta de esa manera. Hablo bajo mi pobre experiencia. Hace tiempo conocí una hermana en Cristo, que me atraía cuando hablaba del Señor Jesús. Me contaba experiencia de esa noche, de como los ángeles estaba con ella. 

Y en su lecho se pasaba toda la noche leyendo la Palabra de Dios y orando. Sus ojos brillaban y solo tenían palabras de alabanza. Creo que así se demuestra que uno esta con el Espíritu Santo. 

Tal fue su agonía que ella tuvo que enterrar a su hija de 85 años, poco después mi hermana en Cristo falleció de disgusto con casi 100 años. 

Pero me dejo en mis recuerdos, que ella estaba con Él Señor. Para mi eso es andar con el Espíritu Santo. Este celo como dice Pablo debe ser constante en nuestras vidas ya que es el resultado de un genuino amor cristiano, ella era una gran misionera hasta que llego su enfermedad. 

No de envidias y peleas, ni criticas, sino demostrar que andamos por la senda del amor de Dios, a través del Espíritu Santo, y trabajando para su pronta venida (Col. 3:23). Este celo por el Señor en su obra es el resultado de un genuino amor por el Señor. 
El cristiano celoso siempre mantendrá su interés en la causa de Dios en el punto de ebullición. Su fervor le dará poder ante los hombres (Hech. 18:25, 28) y le traerá poder de Dios. 

El espíritu humano fortalecido por el Espíritu de Dios puede obrar en nosotros grandes maravillas para la gloria de Dios.

Todos esperamos el derramamiento del Espíritu Santo. ¡Puede ser que se este derramando ahora y no nos demos cuenta! “Velemos y oremos en el Señor para que seamos llenos del Espíritu Santo”.
MARANATA.
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