A
Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que esta en el seno del
Padre, Él le ha dado a conocer. Juan 1:18
Desde que el hombre existió sólo Adan y Eva
conocieron a Cristo en la tierra, ya que Él representaba la imagen
de Dios mismo; es como si tuvieran viendo al Padre.
Pero la deformidad
de la raza humana, y la incredulidad de ella desecharon a un Dios
creador y compasivo. Así que a través de siete mil años la raza
humana sólo ha visto a Cristo desfigurado, pero sus hechos
demostraron que era uno con el Padre.
El apóstol quiere que nuestra atención se
aparte de nosotros mismos y enfoquemos nuestra vista al Autor de
nuestra salvación. Juan nos presenta las dos naturaleza de Cristo;
la divina y la humana.
La descripción divina: “Él cual, siendo en
forma de Dios, no estimo el ser igual a Dios como cosa a que
aferrarse”.
El era “el resplandor de su gloria, y la imagen misma
de su sustancia.
La naturaleza humana: “Hecho semejante a los
hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí
mismo, haciéndose obediente hasta la muerte”.
Voluntariamente tomó
la naturaleza humana.Fue un acto suyo y por su propio pensamiento.
(RH 29-10 05).
Repartía sus bendiciones por donde pasaba, no se
fijaba de que color era su piel, o que religión practicaba; sólo
veía la necesidad de la persona y que estaba abandonada por el
egoísmo humano.
El representaba al Padre con su tierno amor y
compasión por la raza caída. El represento el carácter del Padre.
Este mismo carácter es el que los hijos de Dios deben de representar
ha un mundo que esta en la decadencia moral y espiritual de un mundo
inmoral.
A través del Espíritu Santo el creyente deberíamos
presentar este principio a una sociedad que no quiere saber nada de
Dios. “Si verdaderamente estamos en Cristo, tenemos que reflejar su
carácter hacía los demás” .
“El que bebiere del agua que yo le daré, no
tendrá sed jamás -nunca anheléis las conveniencias y las
atracciones del mundo-- ; sino que el agua que yo le daré será en
él una fuente de agua que salte para vida eterna”.
Este manantial
que nos da Jesús, es para que lo compartamos con aquellos que están
sedientos de la palabra de Dios.
Esta revelación de la gracia de
Cristo debe de ser compartida, su Espíritu y su enseñanzas
satisfará las necesidades del alma perdida.
“Si
nosotros estamos en intima comunión con la Deidad, seremos luz que
ilumina al mundo por la obra del Espíritu Santo en nosotros.
Al ser
atraídos a Jesus, estamos atrayendo a otros ante la presencia del
Padre. Y esta es la vida eterna que te conozca a ti como nuestro
único Dios.
MARANATA.
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SECCIÓN CCXIV (214). DANIEL Y LOS DOS IMPERIOS.
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*SECCIÓN CCXIV (214). DANIEL Y LOS DOS IMPERIOS*
*CONTINUACIÓN DE LA SECCIÓN CCXIII (213)*
*Daniel 8:14. /C*
*Unas de los aspecto de debe de dejar clar...
Hace 21 horas
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