Y
por mí, para que me sea dada palabra en el abrir de mi boca con
confianza, para hacer notorio el misterio del evangelio. (Efe. 6:19.)
El
esposo cree conoce a su esposa. La madre cree que conoce a su hijo.
El empresario cree que conoce a sus empleados. Nosotros creemos que
nos conocemos a nosotros mismos. Nótese el énfasis que estamos
poniendo en la frase creer.
Cuántas
veces hemos formulado declaraciones como éstas; “No puedo
imaginarme por qué lo hizo”, o: “Es increíble lo que hizo”,
o: “Está más allá de mi alcance el darme cuenta de porqué la
gente obra así”, o: “¡No entiendo por qué digo estas cosas!”
El
hombre es un misterio para sí mismo y para los demás. Por
desgracia, la mayoría de las personas no son especialmente buenas
leyendo la mentes. Los extraños consiguen una exactitud de un 20%,
los amigos cercanos se leen el uno al otro con una exactitud de un
35% y casi nadie supera un 65%, según el psicólogo William Ickes,
especialista en el estudio de la empatía. Es la capacidad
cognitiva
de percibir, en un contexto común, lo que otro individuo puede
sentir.
Pero
a pesar de todo esto la pregunta sigue en el aire: ¿Por qué? El
hombre no puede penetrar en la mente del hombre por qué este es
pecador, e imperfecto, el hombre quiere ser un Dios. El pecado en
sí mismo es un misterio para el hombre. Pablo se refiere a él
denominándolo “le misterio de iniquidad” (2º Tes. 2:7).
La
razón no puede explicar el pecado, porque éste es irrazonable.
¿Has tratado alguna vez de razonar con alguien que este enojado o
airado? Y la ira es pecado, ¿no es cierto? En este momento la
lógica no significa absolutamente nada para esa persona. Conocemos
los actos provocados por el pecado, pero no podemos explicarnos como
empezó, que había en la mente cuando se origino.
Lo
que sabemos es que el pecado no es culpa de Dios, aunque mucha gente,
incluso cristianos, ponen en tela de juicio esta verdad. Cuán a
menudo escuchamos exclamar a alguien que ha perdido un ser querido:
“¿Por qué habrá permitido Dios que mi hijo muriera?” Yo
personalmente creo que tenemos un momento en el espacio y tiempo en
nacer y morir, y ese periodo de nuestra vida sea corto o largo,
dependerá nuestra salvación.
Debiéramos echarle la culpa al que
le corresponde, al que inició el pecado, es a saber, Satanás. Es
el padre de mentira y además asesino (Juan. 8:44).
Por
otra parte, Dios nunca quiso que Adán y Eva, o cualquiera otra
persona, pecara jamás. Añádase a todo esto el hecho de que no
hay absolutamente ninguna razón para la existencia del pecado.
Pero
hay otro misterio mayor que el del pecado todavía: “E
indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue
manifestado en carne, justificado en el Espíritu, visto de los
ángeles, predicado a los gentiles, creído en el mundo, recibido
arriba en gloria” (1º Tes. 3:16). Espáciese tu corazón y tu
mente en este misterio durante el día de hoy.
Promesa:
“Jesús se complace en que vayamos a él como somos: pecaminosos,
impotentes necesitados. Podemos ir con toda nuestra debilidad,
insensatez y maldad y caer arrepentidos a sus pies. En su gloria
estrecharnos en los brazos de su amor, vendar nuestras heridas y
limpiarnos de toda impureza” (CC. 52)
Maranata
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venida apocalíptica. blogspot.Com
la
Biblia a través del tiempo.
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