Porque
la paga del pecado es muerte, más la dádiva de Dios es vida eterna
en Cristo Jesús Señor nuestro. Romanos 6:23.
Santiago
en su capitulo cinco trata de los pobres obreros y de los ricos. El
contexto inmediato implica que los “ricos” son ejemplos notables
de quienes tienen muchas oportunidades para hacer el bien, pero
evitan en hacerlo. Pueden ser o no miembros de Iglesia.
Santiago
presenta la condición de los “ricos” en su debida perspectiva
para que no los envidien los miembros de la iglesia que sufren
necesidades por falta de ropa, comida, o no tienen lo suficiente
para pagar el piso (apartamento) y están afligidos por la pobreza.
En
pleno siglo XXI hay quien piensan que los sindicatos y los gremios
están organizados para sacar al hombre de la miseria. Todos los
creyentes saben que esto no es cierto, ya que estos gremios y
sindicatos llevaran al pueblo de Dios a la ruina, solo miran sus
interese egoísta.
Santiago
sigue diciendo: Vuestro oro y plata están enmohecidos; y su moho
testificará contra vosotros. Esta herrumbre que indica que no se han
usado las posesiones para hacer el bien, será una clara evidencia
contra los “ricos” en el día del juicio. Cuando vemos que un
salario es de 600 E, al mes y que un congresista esta cobrando al mes
8000 E. o mas, es una injusticia social. Parece que en verdad está
sucediendo lo que profetizo el apóstol Santiago. ¿Hasta dónde
llegaremos?
Lo
que sí nos deja en claro nuestro texto es que hay por lo menos un
salario fijo para algunos países y otro salario para otros países e
independiente de la inflación o las presiones de los gremios: esto
es la consecuencia del pecado.
Los trabajadores afirman que el alza
de los sueldos es imprescindible debido al precio elevado de los
bienes y servicios. Los empresarios, por otra parte, sostiene que los
costos deben aumentar debido a las demandas salariales.
Ambas
partes presentan estadísticas impresionantes para sostener sus
argumentos y justificar sus actitudes. Es como el perro que se quiere
morder la cola. Nunca lo logra. Resulta muy interesante verificar que
mientras las constantes devaluaciones han debilitado el dinero
circulante de la tierra, la moneda celestial, con la que Dios paga la
deuda del pecado, ha mantenido su alto e inalterable poder
adquisitivo.
Sabiendo
que fuisteis rescatado
de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestro
padres, no cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre
preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin
contaminación” (1ª Pedro 1:18,19).
Ya
que el pecado esta en todas partes incluso en la iglesia, hombre que
explotan y se enriquecen a costa de sus hermanos, se verán en
situaciones de pobreza; ya que en esta vida todo se paga.
El
mundo gira al rededor del mercado de valores y de las bolsa, el
capital sube y baja, estas dos cosas permanecerán hasta la venida de
Jesús inmutables: el precio del pecado y lo que Dios ofrece para
pagarlo.
¡Gracias,
Señor, porque tu amor no ha sido afectado por la inflación! Me
entristezco cuando veo que hay 2.000 millones de seres humanos, que
no han aceptado la sangre derramada en la cruz por el pecado. No
acepta a Cristo como su salvador. El precio máximo pagado por el
hombre es demasiado elevado, no hay hombre en la tierra que pueda
pagar un precio tan alto por su libertad.
Promesa.
Cada
día trae tus cargas, tus cuidados y perplejidades; y cuan listos
estamos para hablar de esto cuando nos encontremos uno con otros.
Nos
acosan tantas penas imaginarias, cultivamos tantos temores y
expresamos tal peso de ansiedades, que cualquiera podría suponer que
no tenemos un Salvador poderoso y misericordioso, dispuesto a oír
todas nuestras peticiones y a ser nuestro protector constante en cada
hora de necesidad. (CC.121).
Maranata.
http:/juadaislacris.blogspot.com
la
Biblia a través del tiempo.
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