lunes, 3 de febrero de 2020

YA NO SOMOS SIERVOS.


Ya no os llamaré siervo, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os la he dado a conocer.Juan.15:15.
Nuestras cartas sois vosotros, escritas en nuestros corazones, sabida y leída de todos los hombres; siendo manifiesto que sois carta de Cristo ministrada por nosotros, escritas no con tinta, sino con el Espíritu de Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón. (2º Cor.3:2-3). 

Tanto Pablo como Juan están de acuerdo de que somos cartas al mundo. Cartas a través de nuestro ejemplo, palabras y por nuestras obras. 

Si estas son conforme a lo que Dios manda, su nombre será glorificado, si no fuera así, su nombre sería deshonrado. Es así de simple. 

En este conflicto que el cristiano tiene entre el bien y el mal, determinara la victoria, ya sea del lado de Dios o del lado del príncipe de este mundo. 

Tú decides, yo decido, y el pueblo de Dios tendrá que decidir antes de la undécima hora. No necesitamos ser esclavos de nadie. 

Y no necesitamos vivir en la ignorancia de los planes y propósitos de Dios para su pueblo. 

No necesitamos experimentar la inseguridad que acompaña a la esclavitud de la ignorancia.Los discípulos habían disfrutado de la confianza de Jesús, y él les había revelado muchas cosas. 

Ellos no tenían los dos grandes libros de la historia de la redención del mundo (A.T y N.T.). El Espíritu Santo les revelaría los misterios que estaban cerrados, y que más tarde les revelo. 

Nosotros los cristianos, tenemos la revelación divina de los grandes acontecimientos que van a ocurrir en la historia del mundo. Sabemos ca caída de los cuatro imperios, descrita en Daniel y Apocalipsis. 

Sabemos que la bestia de Apocalipsis 13 describe la caída de los imperios. El Espíritu Santo, nos revela lo que va acontecer en el mundo antes de la venida de Cristo. 

La luz brilla en el mundo cristiano, ¿Pero qué falta? Es una pregunta a la cual sólo uno debe contestarse. Esta gran verdad tiene mucho que ver con el éxito o el fracaso de nuestra vida cristiana. 

Podemos vivir como esclavos, doblegándonos ante una autoridad que no conocemos ni amamos, hallaremos poca satisfacciones y si muchos males. 

Por el contrario si somos amigos de Jesús, y estamos en comunión con él, entenderemos los propósitos de Dios y tendremos una motivación positiva en nuestra comunión religiosa con Cristo y él Padre. 

Si “He aquí un amigo Cristo Jesús: ábrele tu corazón, porque él puede hacer por ti, en ti y contigo algo que está más allá de ti”. 

Este es el centro de toda doctrina cristiana, la justificación por la fe. El cristiano, más que un conjunto de reglas, llega a ser Cristo mismo.Todo depende de cada uno de nosotros.
MARANATA.
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