Y Jehová dijo a Abram, después que Lot se apartó de él: Alza ahora tus ojos, y mira desde el lugar donde estás hacia el norte, y el sur, al oriente y al occidente; porque toda la tierra que ves, la daré a ti y a tu simiente para siempre. Gén. 13:14-15.
Lo que vio Lot fue la llanura del Jordan, en la antigüedad esta tierra era llamada (Kikkar) y hoy día es (el-Ghor), esta región estaba bien regada.
Lot subyugado por la belleza de esta tierra y fértil en gran manera. Mas tarde comprendió su gran equivocación, y el costo fue muy grande.
Tanta es la ingratitud de la naturaleza humana, que cuanto más abunda las dádivas de Dios, los hombres tanto más pronto lo olvidan (Ose. 4:7; 10:1).
Unos de los peligros morales de la prosperidad consiste en que los hombres llegan a estar tan satisfechos con las cosas de este mundo presente, que no sienten necesidad ninguna de Dios.
No es la primera vez que Dios habla con Abram, esta es la cuarta vez que Dios se dirige en forma directa al patriarca. En estas cuatro ocasiones es señalada por una crisis en su vida.
La separación de Lot le entristece, y es cuando Dios se dirige a Abram. Dios le anima enseñándole toda la tierra que un día seria de su descendencia.
La orden divina “Alza ahora tus ojos” Toda esta tierra será tulla y de tus descendencia. Abram por su gran experiencia notó el error de Lot, sólo miro lo terrenal, y no lo espiritual.
Este ejemplo tan sencillo y claro en su contesto, nos debería de hacer pensar al pueblo de Dios del siglo XXI. Hay un día que Dios ha designado para la conclusión de la historia de este mundo.
Se nos da el mismo mensaje que se le dio a Abram,: “mira la Canaán que esta delante de tus ojos”. Mira, “es necesario que predique el mensaje de los tres ángeles” no mires a lo que esta atrás de ti.
Las profecías se están cumpliendo rápidamente. Está cercano el día cuando el destino de las almas se decidirá para siempre. No seamos cómo Lot, que se quedo en la tierra fértil y corrompida. Así como la destrucción de Sodoma y Gomorra fue repentina.
Así el señor vendrá repentinamente, inesperadamente, debe de mantenerse la predicación no sólo ante el mundo, sino ante nuestra iglesia.
Parece que muchos como Lot, prefieren la llanura de las grandes ciudades y sus placeres, antes que buscar a Dios en oración y humildad.
En aquel tiempo Abram y su familia formaban la iglesia de Dios en la tierra, donde iba daba testimonio del amor de Dios.
Así deberíamos de comportarnos el pueblo de Dios, nuestro ejemplo y nuestras palabras deben de estar en armonía con lo que Dios dice.
Debemos como miembros del pueblo de Dios, ser luces en las tinieblas para el mundo. Debemos de ser faros entre las tinieblas.
MARANATA.
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