miércoles, 5 de febrero de 2020

LA GRAN MINORIA.


No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. Juan. 17:15.
El pueblo de Dios ser caracterizado por estar en el mundo, pero lejos estaba de el. Hombres y mujeres incluso los niños, estaban en una sociedad en la cual sólo le gustaba la mundanalidad y los placeres de esta vida. 

Estaban en el mundo, pero no participaba de las cosas del mundo. Los hijos de Dios fueron enviados al mundo para dar el mensaje a un mundo decadente. 

Desde el siglo II d.C. La decadencia moral llego del siglo XII hasta el siglo XVI. El pueblo de Dios compuesto por los Valdenses, y de acuerdo con los archivos de la inquisición, y otras denominaciones que salieron tras las e regias de la iglesia dominante. 

Estos grupos religiosos, no querían contaminarse con las doctrinas de la época. 

Y en su retiro en las montañas de Piamonte, decidieron dar el mensaje a los hombres con grandes dificultades para su vidas. 
Podría citar muchos nombres que fueron personas esforzadas para llevarnos la Biblia hasta nuestros días. 

Desde el segundo siglo de nuestra era uno de tantos cristianos anónimos dijo a sus amigos: 

“Los cristianos no se distingue del resto del mundo bien sea por su nacionalidad, ni su forma de hablar ni por sus costumbre. No se distingue porque sean mar ricos que otros. 

Muchos habitan en ciudades grande, y otros en humildes aldeas. Una cosa se distingue en ellos, tienen su ciudadania en el cielo, y hablan las cosas del cielo. 

Jesús ruega a su padre que les quite del mundo, es decir: de la mundanalidad, de la hipocresía, del materialismo. Los cristianos tienen una misión en el mundo que deben cumplir. 

Hombres y mujeres fueron enviados al mundo para dar la gran noticia. Cristo regresa y el mensaje de los tres ángeles de Apc. 13. Cristo había venido al mundo a cumplir su obra, a declarar la verdad. 

La palabra de Dios es declarada la “verdad”. Las Escrituras nos revelan el carácter de Dios y de Jesucristo. 

Y a través de ellas los hijos de Dios son transformados por el Espíritu Santo a imagen de Dios. 

Para los cristianos es aplicable lo que dice Jesús: “Santificarlos” “apártalos para fines sagrados” Los hijos de Dios, que guardan sus mandamientos y testifica con sus hechos, son guardados para el reino de los cielos. 

Jesús los envía al mundo para testificar de las cosas de Dios. Forman parte del mundo y no obstante no son influido por su egoísmo y por su idolatría, por su falta de honradez, ni por sus largos méritos. 

Su vinculo es la sencillez, y el carácter de Jesús, en su semblante reflejan el carácter vivo de un Dios de Amor.
MARANATA.
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