lunes, 4 de abril de 2011

EL TESTIMONIO EMPIEZA EN CASA

SEAN NUESTROS HIJOS COMO PLANTAS CRECIDAS EN SU JUVENTUD, NUESTRAS HIJAS COMO ESQUINAS LABRADAS COMO LA DE UN PALACIO. Salm. 144:12.

Nuestra obra por Cristo debe comenzar con la familia, en el hogar. . . No ha
y campo misionero más importante que éste. Dichosos los padres cuya vida es un reflejo fiel de la vida divina, de modo que la promesa y los mandamientos de Dios despierten en los hijos gratitud y reverencia; dichosos los padres cuya ternura, justicia y longanimidad interprete fielmente para el niño el amor, la justicia de Dios; dichosos los padres que enseñan a sus hijos a amarlos, a confiar en ellos y a obedecerles, les enseñan a amar a su Padre celestial a confiar en él y a obedecerle. (foto. Cristo enseñando a los niños los principios del amor).

Los padres que hacen a sus hijos semejantes dádivas los enriquecen con un tesoro más precioso que los tesoros de todas las edades, un tesoro t
an duradero como la eternidad.

Dios quiere que todo niño de tierna edad sea su hijo, adoptado en su familia. Por muy joven que sean, pueden ser miembros de la familia de la fe, y tener una experiencia muy preciosa. Pueden tener corazones tiernos y dispuesto a recibir impresiones duraderas. Pueden sentir sus corazones atraído en confianza y amor hacia Jesús, y vivir para el Salcador.

Toda la corriente de sus pensamientos puede cambiarse, de manera que el pecado aparezca, no como cosa que se pueda disfrutar, sino a la cual hay que rehuir y odiar. Por precepto y por ejemplo, los padres han de enseñar a sus hijos a trabajar por los inconversos.


Los niños deben ser educados de tal manera que simpatice con los ancianos y afligidos y traten de aliviar los sufrimientos de los pobres y angus
tiados. . . Desde los primeros años debe inculcarles la abnegación y el sacrificio en favor del bienestar ajeno y del progreso de la causa de Cristo, afín de que sean colaboradores con Dios. . .

Dios quiere que las familias de la tierra sean un símbolo de la familia celestial. Los Hogares cristianos, establecidos y dirigidos de acuerdo con el pal de Dios, se cuenta entre sus agentes más eficaces para formar el carácter cristiano y para adelantar su obra. (foto. La madre tiene un papel importante en la educación de sus hijos).

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