Todo padre ama a sus hijos,
quiere lo mejor para ellos. Peo cuando son mayores nos dejan de un
lado, pero como padres les perdonamos y cuando vienen pidiendo ayuda
se las damos.
Somos humanos, y deseamos todo lo mejor para nuestros
hijos. En otras ocasiones no escuchamos a nuestros hijos, y muchas
veces no entendemos lo que nos dice. A menudo la relación entre
padres y hijos se rompen por falta de comunicación.
Aquellos que son
adolescentes hablando espiritualmente no tenemos una relación intima
con nuestro Padre.“La palabra comunicación” sugiere tener una
conversación con una persona y ser dialogante y ser sincero a la
hora de habar.
“No se cuan dialogante sois con Dios, él es el
mejor Padre que tenemos, nos comprende, nos ayuda, nos mima, nos
vistes, nos alimenta, y nos protege de nuestros enemigos.
Pero
nosotros somos cabezas cuadradas, estamos un minuto si llega hablando
con él, no nos marchamos, eso si tenemos tiempo. Seamos sinceros con
nosotros mismos, “somos así”. Queramos oh no admitirlo, pero la
gran mayoría de cristianos somos así.
El verdadero problema es la
falta de confianza, creemos aun en nuestras tradiciones Católicas,
y tenemos miedo en ser sinceros con Dios. Como cristianos intentamos
clamar a Dios cuando no estamos seguros de qué necesitamos decirle.
Pablo utiliza la palabra “clamar” las dos veces que escribe de
Abba, Padre, en Rom (8:26). A través del Espíritu Santo se nos
asegura que nuestras palabras serán escuchadas, aun que estas sean
desordenadas y espontáneas a Abba Padre, o cariñosamente Papa.
Nuestro Padre no se ofende, el ama la sinceridad de sus hijos. No
importa en que condición estés, Él siempre está atento a tus
palabras, y ten seguridad que Abba Padre te responderá. 56 años
hace que lo conozco, nunca me ha abandonado, ni en la enfermedad, ni
en la salud.
Siempre ha estado ami lado, nunca me ha faltado un plato
en la mesa, y siempre que he tenido necesidad de él; siempre ha
estado a mi lado.
Muchas experiencias os he contado en este blog, y
si es su voluntad os contare más delante la experiencia que estoy
viviendo.
No nos amedrentemos de ir a nuestro Padre, él desea
vehementemente que vallamos a él. Cristo, nuestro mediador, y el
Espíritu Santo, constantemente están intercediendo en favor del
hombre; Cristo dio su sangre y intercede por nosotros y el Espíritu
Santo actúa sobre nuestros corazones extrayendo oraciones y
arrepentimiento y alabanzas.
MARANATA.
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