miércoles, 26 de diciembre de 2018

HACEMOS COSAS QUE NO DEBERÍAMOS HACER.


Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis. Gál 5:17
A lo largo de la historia el hombre a peleado sus grande batallas en su mente, contra su peor enemigo Satanás. Pero muchas batallas fueron y seguirán siendo ganadas gracias a los méritos de Cristo. 

Muchos caerán arrastrados por los sofismas de su peor enemigo. Hoy tú y yo, estamos librando esta gran batalla, la ganaremos o la perderemos depende del lado en que estemos. 

Esta es una contienda aparentemente interminable; es la lucha de hacer lo correcto y la inclinación a hacer lo malo. Pablo analizo este conflicto en su propia vida pasada, vio que la victoria sólo era posible por medio de los méritos de Jesucristo (Rom. 7:24 a 8:2). 

¿Que se opone? La contienda es aparentemente interminable; no hay transigencia del uno hacia el otro. Nunca biene el bien si se transige con el mal. 

En la medida en que los Galatas quedaban fascinados por el legalismo, comenzaban a morderse y a devorarse unos a otros (Gál. 5:15). 

Como resultado la iglesia sufría por no comprender el mensaje ni la vida de Pablo. Parea Pablo no tuvo más ambición de grandeza. 

Dejó de desear venganza, y no fue más sensible al reproche, al desdén o al desprecio. Es un ejemplo para el cristiano de hoy día. No busco la unión con el mundo, posición social, incluso honores. 

Todo un ejemplo para el cristiano de hoy día. Muchos de los creyentes eran guiados por el Espíritu Santo, a una compresión del Evangelio y el amor de Dios. 

Cristo nos advierte que el Espíritu Santo nunca conduce a los hombres a buscar la salvación mediante el cumplimiento de los preceptos del sistema ritual de los judíos. Pablo nos dice que la ley de Dios no murió.

La ley de Dios es el espejo que le muestra al hombre los defectos de su carácter. Pero a los que se complace en la injusticia no les es agradable ver su deformación moral. 

No aprecian a este fiel espejo porque les revela sus pecados.Cuando uno se convierte al Señor las cosas del mundo se dejan a un lado. 

Nuestras vidas debe ser un constante renovación por medio del Espíritu Santo, sin él no podemos hacer nada. 

Por otra parte aquellos que están llenos del Espíritu y entienden todas las implicaciones de la libertad del Evangelio son capaces de regocijarse en la obediencia de la verdad. 

Hacen, en el poder del Espíritu, lo que es contrario a los deseos de su vieja naturaleza pecaminosa. Y alaban a Dios por las victorias obtenidas. 
MARANATA.
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