El nombre de Jehová a sido usado
su y utilizado durante siglos
para apoyar la jurisprudencia, negocios, gobiernos, etcétera.
Mira
la importancia que tiene el poder jurar en tu nombre, que cuando
necesitamos convencer a alguien de que lo amamos nos respaldamos en
ti. ¡Cuántas veces te habrás enfadado al escuchar:
“Mi vida, te
necesito tanto..., te lo juro por Dios”! España es uno de los
países que más blasfema el nombre de Dios. Y esto es un hecho que
no se puede negar, lo tenemos en la punta de los labios, en cada
momento. Durante muchos años he recorrido muchos países de Europa,
y Africa.
Y en ningún momento he percibido que la gente nombrara el
nombre de Dios en vano, o que jurase por él haciendo promesas vanas.
Todos sabemos que la palabra “en vano” significa “iniquidad”,
“falsedad”, “vanidad”, vacuidad”,etc.
Y todos los que hacen
esto, responderán en el juicio venidero. La blasfemia, o cualquier
lenguaje descuidado por el estilo, no sólo viola el espíritu de la
religión sino que indica la falta de educación hacia Dios.
Este
mandamiento no sólo se aplica a las palabras que debiéramos evitar
sino al cuidado con que debiéramos usar las que son buenas (Mat. 12:
34-37).
Es el Espíritu Santo el que nos enseña a usar nuestro vocabulario como verdaderos creyentes en Cristo.
Es el Espíritu Santo el que nos enseña a usar nuestro vocabulario como verdaderos creyentes en Cristo.
El verdadero
cristiano, debe de ser cortes, amable, respetuoso, y tener don de la
palabra para dar testimonio de que eres hijo de Dios. El uso
descuidado del nombre de Dios denota una falta de reverencia para
con él.
Tenemos hoy día un ejemplo de respetuoso al nombre de Dios.
Los judíos tienen una reverencia tal al nombre de Dios, que llega
hasta nuestros días, ya que ellos no lo pronuncian.
Este mandamiento
nos indica que el cristiano hijo de Dios debe de ser honrado en los
“negocios”, y en asuntos religiosos nuestro justo Dios indicó
que necesitamos ser cuidadosos y escrupulosos en cuanto a lo que
presentamos como “verdad presente”.
Lo que decide nuestro destino
eterno es nuestro concepto de Dios. Podemos confiar en Dios. El nos
garantiza que sus caminos nos proporcionarán felicidad, y podemos
confiar en que sus principios nos conducirán a la vida eterna.
Somos
alentados por el Espíritu Santo por que su pueblo lleva la marca
divina.
“¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido” (Isa. 8:20).
“¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido” (Isa. 8:20).
El tercer mandamiento
señala que Dios se preocupa en sumo grado por la integridad de
nuestro pensamiento. Desea liberarnos de la esclavitud mental de
Egipto y que pensemos como los hijos y hijas de Dios que quiere que
seamos.
MARANATA.
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