Habiendo abarcado con los cuatros
primeros mandamientos nuestros deberes para con Dios, ahora entramos
en la segunda tabla de la ley, que trata de nuestros deberes con
nuestro prójimo (Mat. 22:34-40).
Puesto que antes de la edad cuando
se tienen responsabilidad moral los padres son para sus hijos los
representantes de Dios (PP. 316) es lógico que nuestro primer deber
que atañe a los hombres se refiere a ellos (Deut. 6: 6,7; Efe.
6:1-3; Col. 3:20).
Otro propósito de este mandamiento es crear
respecto al padre. Un respeto tal comienza con el concepto que los
niños tienen de sus padres. En la mente del niño esto se convierte
en la base para el respecto y la obediencia a sus padres.
Mucho de lo
que pensamos de Dios surge de lo que pensamos de nuestros padres: la
forma en la que nos disciplina, los sentimientos que ellos abrigan en
cuanto a la autoridad, y la respuesta que damos a sus métodos.
Todo
esto resulta en cuán bien (o cuán mal) nos relacionamos con nuestro
Padre celestial.
Inversamente, el modo en que nos relacionamos con Dios inevitablemente
determina cómo nos relacionamos con los miembros de la familia, y mas tarde con la sociedad.
Inversamente, el modo en que nos relacionamos con Dios inevitablemente
determina cómo nos relacionamos con los miembros de la familia, y mas tarde con la sociedad.
Al darnos los
Diez Mandamientos, Dios espera sanar a una nación que casi había
perdido el significado de la unidad familiar.
Hoy en el siglo XXI se a perdido este sentido por el respecto de la familia y por la unidad de ella.
Hoy en el siglo XXI se a perdido este sentido por el respecto de la familia y por la unidad de ella.
Los hijos se revelan contra los padres y los padres contra
los hijos, porque en el centro del hogar no esta Cristo lo han
desechado. Los hebreos habían perdido el sentido de la unidad
familiar y la adoración a Dios.
Y los hijos trataron a sus padres
como ellos fueron tratados por los egipcios; y sin duda hubo luchas
por el poder en el hogar. Hoy esta pasando lo mismo en muchos hogares
de nuestra llamada sociedad liberal.
El Espíritu Santo no puede
trabajar en la familia donde existe la violencia, donde no hay
respeto.Las actitudes que desarrollaran sus hijos bajo la tutela
paterna depende mayormente de ellos.
En el espíritu de este
mandamiento está implícito el concepto de que los padres deben
conducir de tal manera a sus hijos que merezcan el respeto de sus
hijos.
El tema crucial del gran conflicto entre Dios y Satanás es el
carácter de Dios -particularmente su autoridad.
El hogar es el fundamento de una sociedad que esta en banca rota, no hay respeto en la familia, y si no hay respecto en el hogar tampoco lo abra en la sociedad.
El hogar es el fundamento de una sociedad que esta en banca rota, no hay respeto en la familia, y si no hay respecto en el hogar tampoco lo abra en la sociedad.
MARANATA.
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