Quien cuando le maldecía, no
respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino
encomendaba la causa al que juzga justamente. 1º Ped. 2: 23.
Todos los seres humano tenemos un
área que es vulnerable y muy sensible en nuestra vida ya que por
medio de este problema otras personas pueden influir en nosotros o
incluso hacernos daño. Cristo no se rebajó a desquitarse o pagar
mal por mal.
Una segunda ofensa no corrige la primera ofensa, por eso
el ejemplo de Cristo reveló el único espíritu que finalmente
reconcilia a quienes están en discordia. Pablo dijo: “El amor deja
de ser” (1º Cor.13:8).
Pablo no veía ninguna solución para los
problemas de los hombres fuera del ejemplo de Cristo. Debemos de
pensar y meditar en las cosas monstruosas que le hicieron al Señor
durante el periodo del juicio hasta su crucifixión y al final su
muerte, y en el lecho de que Cristo presentó ninguna queja ni
acusación contra sus adversarios.
El silencio era para los judíos
el “ayo” de su culpabilidad. Cristo entregaba su causa “al que
juzga justamente”. La oración de Cristo en el último momento de
su existencia dijo: “Padre, perdónalos, por que no saben lo que
hacen” (Luc. 23:34).
Durante todo su ministerio tuvo al mejor
compañero que el hombre puede tener. El Espíritu Santo, le consoló
en los días mas triste de la historia de su vida. No lo abandono, le
dio las fuerzas para resistir, hasta que entrego su alma al Padre.
Este ejemplo debería servir en nuestra vida, cuando pasemos por
dificultades de todo tipo que paso nuestro Maestro. No olvidemos que
el Espíritu Santo siempre está con nosotros y no nos abandona a
menos que nosotros lo dejemos a él.
Jesús, mientras caminaba en
medio de hombres insensibles, fue un ejemplo perfecto del hombre que
no tenía “picaporte”. No había nada que hiciese perder su
compostura, por las criticas y por el desprecio hacia su persona.
Su
estabilidad no era fruto del trato apropiado que le a tributaban los
demás, él sabía que el Padre lo amaba y que era respetado. Fue un
ejemplo para la raza humana.
Los medios con los que Jesús sana
nuestras actitudes y actos ofensivos no son ningún misterio en la
religión.
El sabe que sus hijos realizan actos que no son aprobados por Dios, y intentamos probar a los demás, y a nosotros mismos, cuánto valemos, o cuán digno somos.
El sabe que sus hijos realizan actos que no son aprobados por Dios, y intentamos probar a los demás, y a nosotros mismos, cuánto valemos, o cuán digno somos.
Con sus manos
perforadas por los clavos y con sus brazos extendidos el Señor viene
a decirnos que nos ama, y que vallamos a él que es el agua de la
vida.
Ahora es el momento de tu decisión de ir a Jesús, y decirle lo que tu deseas en tu corazón. Él te aliviara tu contrito corazón.
Ahora es el momento de tu decisión de ir a Jesús, y decirle lo que tu deseas en tu corazón. Él te aliviara tu contrito corazón.
MARANATA.
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