En esta parábola debería ser una enseñanza visible para el cristiano. Ya que todos somo parte deudores para con Dios, de una forma o de otra.
Todos hemos oído esta parábola, y si somos sincero con nosotros mismos; nos hemos identificado con ella. Los dos deudores no podían pagar su deuda con su amo. Cierto es que había una gran diferencia entre los dos.
Ambos calcularon como pagar la suma debida; pero el que debía más le era imposible pagar su deuda. Uno de ellos debía 500 denarios y el otro 50 denarios.
En este sentido, basándonos sólo en el peso del metal, 30 denarios de plata equivalen aproximadamente unos 60 euros, tomando como referencia un peso de 117 gramos de plata.
No obstante, si extrapolamos a la equivalencia del salarios; comparando el salario medio del imperio romano con el salario medio de la actualidad, los 30 denarios de plata serían el equivalente a una nómina media de nuestra sociedad.
Este valor se podría fijar aproximadamente en unos 1.500 euros el equivalente a los 30 denarios de plata.
Luego la deuda mas grande sería de 15.000 euros. Para un un hombres sin recurso es una cifra que no podía pagar.
Como estaría esta persona que se veía en la más oscura cárcel de los romanos. El otro podía trabajar y pagar la deuda poco a poco, ya que era sólo 50 denarios. La pregunta más importante del esta lección es: “¿Cual de ellos ama mas?” Todos sabemos la respuesta, pero esta no es la pregunta.
La respuesta es: Dios nos ama tanto que dio lo que más quería, por amor al hombre. Pero parece ser que el hombre no lo entiende. “¿Lo entenderá el pueblo de Dios?” Aquí es donde interviene el Espíritu Santo, para cernos comprender el plan de la redención.
En muchos aspectos el Señor se ha cerca a nosotros a través de estas parábolas. Nuestro Padre quiere que los deudores lo amen, que se ha cerque con sinceridad sabiendo que no van aser rechazados.
Sus
acciones de su veracidad y amor, de que podemos llegarnos a través
de Jesús, son revelaciones de amor del Padre. Él busca la sinceridad nuestra, y nuestra lealtad. No importa cual se la deuda que tengamos con El, sólo le importa nuestro cariño y nuestra lealtad.
Cristo nos mira con tierna compasión diciéndonos, venid a mi, que Yo os redimí por mi sangre en la cruz.
Por muy negro que sea el pecado, por muy malas que hayan sido nuestras aciones, si vamos con humildad y arrepentimiento, su amor nos cubre y nos limpia todos nuestros pecados, Ese es el amor de Dios.
MARANATA.
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