Esta solemne exhortación fue empleada repetidas veces por Cristo para hacer resaltar una verdad importante que acababa de pronunciar (Mat. 13:9,43; Luc. 14:35 cf. Apoc. 2:7,11).
Todos tenemos oídos y deberían escuchar, las cosas
espirituales por medio de la cual aquellos cuyos corazones son
sinceros puedan percibir el verdadero significado de Cristo y pueda
ser iluminado por él (cf. Isa.6:9-10).
El propósito de Cristo no
era ocultar la verdad, para aquellos cuya percepción espiritual era
pobre, sino más bien penetrar en su mente y en su corazón embotados
con la esperanza de crear la facultad de recibir más verdad.
Cristo
vino a este mundo”para dar testimonio a la verdad”, no para
ocultarla (Jun.18:37). La razón por la cual algunos no han producido
frutos no se debe al sembrador ni a la semilla, sino sino al terreno
(Mat. 13:3).
Jesus no está tratando aquí con bendiciones
arbitrarias repartidas según los impulsos de Dios. Más bien está
hablando de los tesoros que uno obtiene al escuchar,al oír la
palabra de Dios con humilde fe.
El tesoro más grande que Dios podía
dar al mundo era el conocimiento de su carácter, del cual el mundo
estaba destruido. Tales tesoros están a disposición,no de unos
pocos privilegiados, sino de todos los que quieran escuchar con el
poder del Espíritu Santo.
“El que tiene” obtuvo sus tesoros, en
un comienzo de su vida cuando escucho la palabra. Ese fruto de su
carácter. El fruto del Espíritu manifestado en la vida es evidencia
de una saludable experiencia cristiana.
A medida que continue
escuchando, obtendrá más, pues alimenta la cualidad vital de la
disposición a aprender. El resultado es una vida transformada según
el modelo de la vida perfecta de Jesús. El cristiano de éxito no
depende de las circunstancias que lo rodean, sino que persevera hasta
el fin.
Jesús nos advierte contra otra realidad que esta presente.
Algunos hombre sean plebeyos o nobles, encumbrados, o ignorantes.
Todos han tenido las pruebas de un Dios grande y de un gran amor.
Pero cuando un hombre que ha tenido las evidencias de Dios y lo
desecha como lo hizo Stephen Hawing por TV, para el y muchos como el
no hay esperanza. Afinal estos hombres y mujeres no tienen esperanza,
ni compresión, ni relación salvadora. “Mirad, pues, como oís”.
“Queremos tomarnos tan sensible a las santas influencia,que el
menor susurro de Jesús mueva nuestras almas” (EGW. A fin de
conocerle, p.363).
Con tantas voces que claman por nuestra atención,
tantos ruidos que ahogan su tierno llamado, ¡cuán cuidadosos
debemos ser en cómo escuchamos. . . y respondemos!
MARANATA.
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