LA ERA DE LA GLORIA.

“He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo y llamarás su nombre Emanuel. Que traducido es: Dios con nosotros. Mateo.1:23.

Palestina estaba bajo la jurisdicción de Roma, cuyas legiones, comandaba Pompeyo, en el año 64-63 a.C. Y Herodes el Grande (37-4 a.C.). 

Esta era la situación geopolíticamente en aquella época. “Si un hijo de Dios, no conoce la historia, estará condenado a vivir con ella” 

El pecado había encerrado a los hombres en una cárcel (Rom.6:16; 2 Ped.2:19; Isa 42:7). Cristo vino para quebrantar las cadenas de tu corazón, y liberar las puestas de la cárcel y libertad a los cautivos de su condena de muerte. 

Vino, no sólo para salvarnos de los pecados que ya hemos cometido, sino de nuestra tendencias inherente que nos lleva al pecado. (Rom.7:23-25; 1º Juan1:7, 9). 

Para esto vino Cristo a la tierra. Pero como ya dijimos en muchas ocasiones, Dios no te caucionara tu conciencia. 

Dios en su infinita sabiduría uso un instrumento humano, para que comprenderemos el amor del Padre por la humanidad. 

Tal amor, es un misterio, pero la realidad es que será un estudio por toda la eternidad. 

No debería olvidarse que todo el plan de la salvación es un milagro, un “misterio” pero bendito misterio (Rom.16:25; Efe 1:9; 3:9; Col 1:27; 2:2; Apc 10:7). 

Pues gracia a este misterio glorioso, “tu y yo” podemos entrar en el trono de la gracia de Dios y demandar sus promesas. 

Al igual que el Espíritu Santo fue sobre Maria, para cubrirla. 

Dios también a prometido que en los finales tiempos de la humanidad, será derramado el Espíritu de Dios sobre su pueblo. 

Creo y entiendo: que cuando el Espíritu Santo transforma el corazón de la persona, hay un nuevo nacimiento. 

Ese nuevo nacimiento hay que mantenerlo durante toda tu vida. No contristemos al Espíritu Santo, como algunos tienen por constumbre.  

Cristo vino para salvar tu vida, y la de cientos de personas que creen en él. Él es el agua viva que sale del manantial de las edades eternas. 

En Dios solamente está acallada mi alma; de Él viene mi salvación. Sólo Él es mi Roca, y mi salvación; es mi refugio. Sal. 62:1-2).

MARANATA.

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