domingo, 31 de agosto de 2014

LIBERADO DE LA CONDENA.


Ahora, pues,ninguna condenación hay para los que está en Cristo Jesús, lo que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. Rom. 8:1,2.

Se cuenta la historia de Nicolás I, Zar de la gran Rusia. Nicolas acostumbraba a usar el uniforme de soldado raso cuando pasaba revista a los campamentos de la tropa en el frente. Cierta vez fue fue a un campamento.

El hijo de uno de los oficiales del Zar estaba a cargo de las finanzas de la intendencia del regimiento. Desafortunadamente,

se había hecho de malas compañía. Pronto la pasión por el juego lo dominó. Luego de malgastar su dinero, se fue a la oficina para coger los fondos del ejército.

La deuda fue cada vez aumentando. La desesperación lo llevo al suicidio. Se dirigió a la oficina muy tarde cuando todos estaban durmiendo, ya era de noche, el silencio se podía cortar con la bayoneta. Se dirigió a la oficina. Tomó las pocas monedas que quedaban en la caja y las puso sobre la mesa.

Verificó la cantidad defraudada. Tomó un lápiz y escribió estas palabras debajo de la última entrada: “¿Quien podrá pagar esta deuda tan grande?” Puso su revólver sobre la mesa, inclino la cabeza y comenzó a pensar en su vida pasada y todo el mal que había hecho a sus compañeros y poco después se quedo dormido.


El Zar vio la luz del candelabro. La amistad con el padre del muchacho lo llevó a investigar por qué el joven estaba dormido en la oficina tan tarde. Silenciosamente abrió la cortina y lo vio dormido. 

Se acerco silenciosamente a la mesa y vio lo que había escrito, inmediatamente comprendió la situación. Sin despertarlo, tomo la pluma y escribió: “Yo la pagaré. Nicolás I Zar de Rusia”. Luego salió de la oficina y siguió su camino.

Poco después el joven jugador se despertó sobresaltado. Sus ojos se detuvieron en las palabras salvadoras que el Zar había escrito. Su falta había sido perdonada. Su gran deuda había sido cancelada.

Meditemos por un momento. ¿No es esto lo que el Señor Jesucristo ha hecho por tir y por mi? Nuestros pecados por muy negros que sea nos han hecho contraer una deuda de millones de monedas de oro, que somos completamente incapaces de pagar.

Sin embargo, el Señor Jesucristo, con tierna compasión y amor, vino hace dos mil año, tomó la pluma, la empapo en su propia sangre, e indeleblemente escribió: “Yo Pagare la deuda contraída del hombre, Cristo Jesús, Rey de Reyes. Amen.
Promesa. 
"Cuando nos veamos en estrecheces, debemos confiar en Dios.  En todo trance debemos buscar ayuda en Aquel que tiene recursos infinitos". (MC. 31) 
Maranata.
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La Biblia a través del tiempo
http://segunda venida apocalíptica

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