jueves, 28 de agosto de 2014

LA NUEVA CREACIÓN


Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino una nueva creación. Gal. 6:15.

El hombre fue hecho a la imagen divina en su aspecto físico y en su carácter. Vivía en armonía con la voluntad de Dios. “Su mente era capaz de comprender las cosas divinas. Sus afectos era puros, sus apetitos y pasiones estaban bajo el dominio de la razón. Era santo y se sentía feliz de llevar la imagen de Dios. Y de mantenerse en perfecta obediencia a la voluntad del Padre” (P.P. p. 26).

Pero al caer perdió esos atributos. Para recuperarlos necesitaba del poder creador de Dios. Aquí entra el juego de la doctrina de la justificación por la fe, la cual consiste en creer que Dios tiene poder para hacer de nosotros nuevas criaturas.

Al experimentar el proceso del nuevo nacimiento el hombre pasa de la rebelión a la obediencia. La salvación es un plan destinado a restablecer la relaciones entre la criatura y el creador.

El lazo que une la creación con la redención es tan íntimo que “Jehová. . . el cual creó los confines de la tierra” es el “Creador de Israel” (Isa. 40:28; 43:15). 

Así como el Espíritu obró sobre la tierra desordenada antes que hubiera en ella señal de vida, así también lo hace ahora sobre nuestras vidas caóticas, transformándolas y permitiendo que en ellas haya luz, crecimiento, fruto y obediencia.

Así una “nueva creación” significa el acto de creación o el ser creado como “nueva criatura”. Ver como. 2ª Cor. 5:17; cf. 1º Cor. 7:19. Por lo tanto, lo que tiene importancia suprema es: (1º ) La fe que obra por el amor; (2º) el resultado de la fe, una nueva persona en Cristo Jesús; (3) La evidencia externa y visible de esa transformación, a saber, obediencia a la voluntad de Dios.

Así el hombre llega a ser un alma viviente. La conexión entre Cristo como Creador y Cristo como Redentor no es un accidente. Ambos hechos están indisolublemente unidos. ¿Por qué? Porque el mismo poder que trajo al hombre a la existencia es el que se necesita para transformar tu corazón pecaminoso.


Tanto la creación como la nueva creación son el resultado de la obra divina. Pero, ¿cómo renueva Dios nuestra vida? Somos mendigos espirituales gobernados por el egoísmo. Somos victimas de la codicia que ciega nuestra mente.

Nuestro corazón está dominado por pasiones irrefrenables. Judas describe a los pecadores como “animales irracional”, “nubes sin agua”, “árboles sin frutos, dos veces muertos”, “fieras ondas del mar”, “estrellas errantes”.

Pero gracias a Dios podemos ser transformados mediante el proceso de la nueva creación. El nuevo nacimiento espiritual puede y debe ocurrir y se producirá si seguimos los pasos tan claramente señalados en la Biblia. 

La pasión consumidora de nuestra existencia debe ser la búsqueda y el seguimiento diario de esos pasos.
Maranata
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La Biblia a través del tiempo
http://segunda venida apocalíptica

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