viernes, 29 de agosto de 2014

EL TEMPLO DEL CORAZÓN.


Haciendo un azote de cuerdas, echólos a todos del templo, y a las ovejas, y a los bueyes; y derramó el dinero de los cambiadores, y trastornó las mesas; Y a los que vendían las palomas, dijo: Quitad esto de aquí, y no hagáis la casa de mi Padre casa de mercado. (Jn. 2:15,16).

Era el tiempo de la pascua Jesús fue al templo de Jerusalén donde pudo observar una escena tumultuosa. Oyó el griterío de la gente mezclado con el bullicio producido por los bueyes, ovejas y palomas,

En el rostro de los cambistas, sacerdotes y vendedores de animales (hoy llamaríamos ganaderos) vio impresa en sus rostros la codicia. Se fijó en los lisiados, ciegos y pobres, estos estaban a la expectativa si su dinero era suficiente para cambiarlo por la moneda del templo, para obtener lo suficiente para comprar un palomino o una tórtola para el sacrificio o ofrenda y así obtener el perdón de sus pecados.

Cristo contemplo con estupor la escena todo era griterío, la gente hablaba tan alto que no se podía oír las oraciones de los más pobres, las escenas era de sordidez. [de suciedad, pobreza, miseria. Mezquindad, y avaricia, inmoralidad, vileza].

No as visto algo parecido en tu iglesia, la gente habla tanto que la gente no puede orar a su Dios, así las normas del pueblo de Dios bajan, y sigue bajando hasta que Dios diga ¡basta ya!.

La perversión del Evangelio había llegado al colmo y Jesús no podía permitirlo que esta situación continuara más. No podía guardar silencio al ver que se ocultaba el amor de Dios de quienes anhelaba la salvación de los que buscaban a Dios sinceramente.

Todos advirtieron su presencia y un silencio de muerte sobrecogió a la turba impía, la divinidad resplandecía en su rostro. Luego se oyó la voz del Hijo de Dios que ordenaba: “Quitad de aquí esto, y no hagáis de la casa de mi Padre casa de mercado”.

Jesús se dirigió al atrio con un azote de cuerdas y comenzó a volcar las mesas de los cambistas. Su mirada y su actitud era tan aterradora que todos se apresuraron a huir de la condenación de su presencia y hubo quienes recordaron las palabras de David: “Me consumió el celo de tu casa” (Sal. 69:9).

La lección más importante que podemos extraer de este episodio se aplica a nuestra experiencia personal. Así como limpió el templo de Jerusalén, así también Jesús anhela limpiar el templo de nuestros corazones, que esta tan contaminado por las modas, los videojuegos, T.V. Y un largo ezetera, a tal punto que los elementos de la vida espiritual queda sofocados. (Cristo predica en el templo a los pobres).

El poder de Satanás se desvanece sólo cuando permitimos que Cristo purifique nuestra vida. “Dios mora en la humanidad, y mediante la gracia salvadora, el corazón de hombres y mujeres vuelve a ser su templo. . . Al limpiar el templo de los compradores y vendedores mundanales, Jesús anunció su misión de limpiar el corazón de la contaminación del pecado,
de los deseos terrenales, de la concupiscencia egoísta, de los malos hábitos que corrompe el alma. (El D.T.G. p.132-133).
Maranata
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La Biblia a través del tiempo
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