domingo, 1 de enero de 2012

LA DESTRUCCIÓN DEL PECADO Y LOS PECADORES.

He aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni raíz, ni rama. (Mal. 4: 1).

A pesar de que Satanás se ha visto obligado a reconocer la justicia de Dios, y a inclinarse ante la supremacía de Cristo, su carácter sigue siendo el mismo. El espíritu de rebelión, cual poderoso torrente, vuelve a estallar. (Foto. Destrucción de la tierra).

Lleno de frenesí, determina no cejar en el gran conflicto. Ha llegado la hora de intentar un último y desesperado esfuerzo contra el Rey del cielo. Se lanza en medio de sus súbditos, y trata de inspirarles con su propio furor y de moverlos a dar inmediata batalla.

Pero entre todos los innumerables millones a quienes indujo engañosamente a la rebelión, no hay ahora ninguno que reconozca su supremacía. Su poder ha concluido. Los impíos están llenos del mismo odio contra Dios que el que inspira a Satanás; pero ven que su caso es desesperado, que no pueden prevalecer contra Jehová.

Se enardecen contra Satanás y contra los que fueron sus agentes para engañar, y con furia demoníaca se vuelven contra ellos.

Dice el Señor: "Por cuanto has puesto tu corazón como corazón de Dios, por tanto, he aquí que voy a traer contra ti extraños, los terribles de las naciones; y ellos desenvainarán sus espadas contra tu hermosa sabiduría, y profanarán tu esplendor.

Al hoyo te harán descender". "Te destruyo, ¡oh querubín que cubres con tus alas! y te echo de en medio de las piedras de fuego. . . Te echo a tierra; te pongo delante de reyes para que te miren. . . Te torno en ceniza sobre la tierra, ante los ojos de todos los que te ven. . . Serás ruinas, y no existirás más para siempre" (Eze. 28: 6-8; 16-19, VM). . .

Dios hace descender fuego del cielo. La tierra se quebranta. Salen a relucir las armas escondidas en sus profundidades. Llamas devoradoras se escapan por todas partes de grietas amenazantes. Hasta las rocas están ardiendo.

Ha llegado el día que arderá como horno. Los elementos se disuelven con calor abrasador, la tierra también y las obras que hay en ella están abrasadas.

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