sábado, 25 de diciembre de 2010

"SOMETEOS...RESISTIR".

Someteos, pues a Dios; resistir al diablo, y huirá de vosotros: (Sat.4:7). "Someteos..resistir". En estas dos palabras tenemos la llave doble de la puerta de la victoria espiritual.
La sumisión, la entrega incondicional, es el primer requisito que Jesús pide al que quiere ser su siervo. La vida, la mente, los planes y deseos, todo debe ser puesto a los pies del Divino Conquistador antes de que el Señor pueda hacer su obra purificadora en el corazón.

Si no se entrega el corazón por completo hay zonas controlodas aún por el enemigo y por lo tanto Dios no puede hacer el trabajo de preparar el alma para el cielo. A menos que el corazón sea completamente entregado, es imposible la r
esistencia al pecado.
La fortaleza de la vida no puede ser defendida contra el enemigo que aun posee parte de ella y no está afuera, para ser mantenido lejos, sino adentro, donde puede destruir y debilitar.

Con la entrega hecha completa y libremente y continuada momento tras momento, viene el poder y la voluntad de resistir. Y la resistencia, como la entrega, debe ser decidida y continua. María Duran, la joven hugonote que fue encarcelada y a los quince años por su fe, salio de la prisión a los 53 años, después de pasar 38 años encerrada.

Sobre una de las piedras del piso de su celda grabó la palabra Recister, resistir. A través de esos largos años soportó las dudas, el desánimo y las dificultades que Satanas le hacía llegar. Ríndete a dios y el Señor se acercará. Resiste a Satanás y él huirá. E
l principe de las tinieblas no puede tener poder sobre el cristiano que, rendido a Dios, vestido de la brillante armadura del cielo y guardado por un ángel de lua, resiste todos sus esfuerzos.

"No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias; ni tampoco presentéis vuestro miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestro miembros a Dios como instrumentos de justicia. Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros" (Rom. 6:12-14).




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