sábado, 4 de diciembre de 2021

SOMOS PECADORES.

Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros 1 Juan 1:8.

Antes de empezar este tema, quisiera hacer saber a los lectores la dificultad que tengo a escoger el versículo. 

Es posible que muchos textos se puedan repetir, aunque no el contenido. Después de trece años emitiendo este blog, me encuentro con dificultad en buscar los textos. 

Así como habréis notado voy buscando el tema desde el Génesis hasta el apocalipsis. Doy gracias a todos ustedes por seguir este blog.

Desde la entrada del pecado en este planeta, el hombre ha caído en picado. Todos nacemos con la tendencia al pecado. 

El niño hace las cosas porque le parece divertido, pero cuando tiene los cinco años, su tendencia es hacer lo malo. 

Las consecuencias del pecado en el ser humano, nos lleva en ocasiones a la desesperación, al suicidio, y a cometer los más viles pecados. 

Pero gracias a Dios que puso un sustituto para salvar al hombre de la ruina. 

Uno de los grandes problemas del hombre es el egoísmo. Por naturaleza somos egoístas, codiciamos todo lo que nuestro vecino tiene. 

Es la fuente de todo pecado. Eva, quiso ser igual a Dios, conociendo en bien y el mal Gén. 3:5. Lo peor es que no hay cambios en la propaganda de Satanás. 

Su meta es la destrucción del ser humano, y para ellos se valdrá de cualquier método para cumplir sus propósitos. Dios no consulta nuestras opiniones ni preferencias. 

Conoce lo que no conoce los seres humanos: los resultados futuros de cada movimiento, y por lo tanto nuestros ojos debieran dirigirse a él y no a las ventajas mundanales. (MS 50).

Como Dios conoce el corazón del hombre y su trayectoria, envió a su hijo, para que abriese un camino para establecer una relación entre Dios y el hombre. 

Nadie es perfecto, Juan lo deja claro; captar la existencia de esa pretensión demuestra un peligro. En mi vida e conocido a hombres que se creían perfectos dentro de la iglesia de Dios. 

Todo lo que hacía estaba bien. Hay un gran peligro en este asunto. Pero gracias a la muerte de Cristo, el hombre es liberado del pecado, por su sangre somos limpios. 

Esta es la grandeza de Dios Padre, que siendo pecadores, quiere hacernos libres. 

”Cuando más cerca estemos de Jesús, más imperfectos nos veremos, porque veremos más claramente nuestros defectos a través de la cruz” 

Sólo unidos con Cristo en comunión con él, y dependiendo de él, se nos capacitará para ser obedientes, a pesar de la pecaminosidad del pecado.

MARANATA

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