Seguimos recorriendo el Génesis. Los ángeles no hicieron una pregunta retorica. ¿No sabían ya los ángeles donde estaba Sara? ¿Porque la pregunta?
En un contexto árabe, esta pregunta estaba fuera de lugar, y más cuando provenía de unos extranjeros.
No era una cortesía oriental, los extranjeros no debían de hacer tales preguntas ni siquiera nombra a su esposa ni usar su nombre.
Hay un abismo entre las costumbres occidentales con las orientales.
Lo que a nosotros nos parece bueno, para ellos es malo. Así de simple. Abrahán sospecho, que si los extranjeros sabían el nombre de su esposa, no eran hombres comunes, sino ángeles enviados por Dios.
¿Cuántas veces en nuestra vida se nos han presentado ángeles, y nosotros no nos hemos enterados?
Porque nuestros ojos estaban velados, y en otras ocasiones se presentaron como ancianos, pastores, oh colportores.
Pero no importa la forma en que se presentaron, sino el mensaje que nos dieron oh el peligro que nos evitaron.
Dios está pendiente de cada uno de sus hijos, los cuida como la niña de sus ojos.
El cristiano no tiene que tener duda al respecto de la protección de Dios sobre sus criaturas.
Abraham reconoció con certeza Aquel que se le había aparecido cinco veces antes. El problema no estaba en Abraham, sino en su esposa.
Esta fue la primera vez en la cual Sara personalmente fue testigo de una de las manifestaciones divinas concedidas a su esposo. Abrahán ya sabía y creía (Rom 4: 19-20).
Por el contexto y por los hechos ocurridos en Gén 18:9-15; esta visita tenía el propósito de preparar a Sara para las vicisitudes supremas de su vida, con relación con su único hijo.
El Señor en su misericordia, también nos prepara para las vicisitudes de nuestra vida. Cierto es, que muchas veces nos preguntamos el porqué nos pasa esto o aquello.
Pero todo lo que nos pase es para la gloria de Dios y para capacitarnos para ir a la tierra prometida.A lo largo de la vida de Sara, tuvo que aprender y desaprender mucho de los rasgos de carácter que tenía. Al igual que el cristiano.
Si queremos hablar con nuestro Dios cara a cara, tenemos que aprender a confiar en Dios, como lo hizo Sara. Al tiempo Sara tuvo su deseado hijo.
Las promesas de Dios son seguras, más tarde o más temprano, el Señor las cumple. Abrahán aparentemente había fracasado.
Como resultado de la revelación previa (cap. 17), la duda de Abrahán se había convertido en fe. Aunque Pablo nos señala en Rom. 4:19-20, que su fe se fortaleció. Así debería ser nuestra fe.
MARANATA.
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