Mas si así no lo hacéis, he aquí habréis pecado ante Jehová; y sabed que vuestros pecados os alcanzará Número 32:23
Literalmente, “y sabed que vuestros pecados, el cual os hallará”. Dios expresó la misma idea al dirigirse a Caín: “El pecado está a la puerta”.
“¿No hay acaso un alivio si tú haces el bien?” ¿Que se aliviaría? ¿la carga de la culpa o el semblante? El rostro de Caín había caído.
Dios quería que Caín entendiera que si enmendaba su conducta y vivía de acuerdo con los preceptos divinos, ya no habría razón para que Dios mostrara su desagrado, y por lo tanto el rostro de Caín no manifestaría ira.
“El pecado está a la puerta” Está acechando con furia, para hacer caer a los hijos de Dios.
Salió Caín y peco. Los griegos usaban una palabra para esto, es a saber, NÉMESIS, era la diosa de la justicia retributiva.
Los griegos sabían por experiencia que las malas acciones de alguna manera alcanzaba al malhechor. Dios le dice a Caín que el pecado está a la puerta; que había tiempo para cambiar.
En 1 de Pedro 5:8 “Sed sobrios y velad, porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar”.
Caín dejó su mente libre para la tentación y esta la tomo. Cuán cuidadosos debemos ser, pues la tentación está a las puertas de nuestro corazón.
El pecado es como un animal feroz que está acechando a cada cristiano. Cierto es, que “a la puerta de nuestro corazón está el pecado, y a quien tenemos que dominar”.
Dios puso las herramientas necesarias para lidiar con este problema que tiene el cristiano. La oración es el instrumento puesto por Dios para el hombre, sin ella el hombre estaría perdido. Cierto es, que Caín tuvo su retribución.
Pero algunos pocos o muchos hacen frente a su “Némesis” unos inmediatamente, otros evitaran el castigo por muchos años; hay otros que todavía no reciben su justa retribución en esta vida.
Lo cierto es que llegara el momento en que cada ser humano, reciba su justa retribución por lo que hicieron en esta tierra.
Aunque para algunos seres humanos mortales, Dios no exista, no quiere decir, que no recibirán su castigo.
Todos seremos juzgados por la ley divina, uno para muerte eterna, y otros para vida eterna.En Ecl. 12:4, se nos advierte que “Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala”.
¿Cuántas buenas obras se llevarán a cabo? Y ¿Cuántos pecados quedarán sin cometer?
Dios no quiere que seamos buenos porque vendrá el día del juicio. Dios lo que desea que seamos buenos porque él es bueno y quiere que demos un testimonio tal, que el mundo sea alumbrado.
MARANATA.
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