Cuando los hijos de Dios obedece a su conciencia, les desvían de los deberes que Dios les ha dado. En este caso Jehová le apareció a Isaac.
Esta era la primera vez que Dios se revela a Isaac. Le fue repetida la misma promesa que a Abrahán.
La fidelidad a Dios es el resultado de una vida dedicada a su servicio.
La obediencia del padre es presentada como la razón para las bendiciones que vendría sobre los hijos de Dios.
La promesa es implícita pues llevando una conducta similar a la que llevó Abrahán, traerá bendiciones a los hijos de Dios.
Pablo lo expresa muy bien en Romanos 4:21-5. Fue perfeccionada por su obediencia (Sant. 2:21-23).
Lo que Dios desea de sus hijos en este siglo, es lo mismo que le pidió a la santa pareja en el Edén: perfecta obediencia a sus mandatos.
Los hijos de Dios son libres, pueden elegir su camino. Dios no los coacciona.
Su ley es inmutable en todos los siglos. Creo con sinceridad, que la confianza y la obediencia son inseparables la una de la otra.
Dios le da una razón a de peso Isaac, pues cada vez que Dios daba una orden a Abrahán, este obedecía sin demora.
La fe en Cristo que salva el alma no es lo que presentan muchos. Muchos presenta “Cree, cree-es su amor-; solamente cree en Cristo y será salvo. Eso es todo lo que tienes que hacer”.
La verdadera fe confía plenamente en Cristo para la salvación, pero al mismo tiempo inducirá a una perfecta conformidad con la ley de Dios.
la fe puede aferrarse a los méritos de Cristo, es el remedio proporcionado para el pecador.
Oyó Abrahán mi voz. Isaac también oyó la voz de Dios, y por fe y obediencia a su ley, le fue conducido a la tierra prometida.
La fe no es el fundamento de nuestra salvación, sino la gran bendición: el ojo que ve, el oído que oye, los pies que corre, la mano que se aferra, es el medio, no el fin.
Por fe Isaac miró a Cristo que daría su vida por los pecadores, y el se aferro a ella.
Cometió errores sí, pero se aferró a las promesas dadas a Abraham su padre. No olvidemos que la fe no es un sentimiento, son dos cosas distintas. La fe no depende de los sentimientos.
Isaac clamó a Dios con fe, y fue escuchado, aunque tenía sentimientos. El se apoyaba en lo que Dios le decía, y su fe se afianzaba.
MARANATA.
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