Una pequeña ciudad, y pocos hombres en ella; y viene contra ella un gran rey, cércala, y edifica contra ella grandes baluartes. Y hállase en ella un hombre pobre, sabio, el cual libra la ciudad con su sabiduría, y nadie se acordaba de aquel pobre hombre. Entonces dije yo: Mejor es la sabiduría que la fortaleza, aun que la ciencia del pobre sea menospreciada, y no sea escuchadas sus palabras Eclesiastés 9:14-16.
El autor describe una ciudad insignificante; por eso sus defensores sólo podrían resistir brevemente los ataques del enemigo. Su adversario un rey malvado, esta apunto de destruir la ciudad, no teme ni a pequeño ni a grande.
Dentro de esa ciudad había un hombre pobre, pero era sabio y temeroso de Dios Viviente. Este argumento nos da una lección para el cristiano.
La ciudad es el mundo, nuestro enemigo es Satanás, y el hombre sabio, es aquel que entrega a Dios su corazón. En el mundo hay cinco clase sociales, y en algunos países dos.
La primera es la gran clase muy superior, la que domina económicamente a una nación.
La segunda, es una clase superior, tiene poder económico pero no es dominante.
La segunda, es una clase superior, tiene poder económico pero no es dominante.
Después esta la tercera clase media, que vive bien pero no esta en la pobreza. La cuarta es la clase trabajadora, que vive con lo justo y al día.
Y por último la clase pobre, que vive da la caridad de las personas. En este nivel se encuentra el hombre sabio. Su sabiduría no se la dio los libros, sino la vida misma.
En 2º de Samuel nos habla de una mujer sabia que libro a una ciudad de ser destruida por el rey Joab (2º Sam. 20:13-22).
En este mundo de arrogancia y vanidad, siempre encontraremos a personas humildes que nos pueda sacar de apuros.
Vivimos en un mundo donde los ricos y poderosos quieren dominar el mundo. Pero la sabiduría no esta siempre en los hombres poderosos, sino en los que teme a Dios.
Una sola persona que tenga amplios conceptos del deber, cuya alma esté en comunión con Dios, y que esté llena de celo por Cristo, ejercerá una poderosa influencia para el bien (JT. 2º p. 227.
Salomón reconoció la vigencia de esta ley. El hombre humilde de espíritu y temeroso de Dios, es sabio y dará buenos consejos.
En las Escrituras, en su estudio y compresión , nos dará sabiduría de lo alto para entender los caminos de Dios. Cierto es, que hombres pobres y ricos, por igual, le debían la vida.
Cristo vino como pobre, lleno de sabiduría y dio al hombre la libertad de poder ser salvo.
Pero el pobre lleno de sabiduría, no pudo entrar en la ciudad porque era pobre.
Pero el pobre lleno de sabiduría, no pudo entrar en la ciudad porque era pobre.
Jesús enseño un Evangelio donde ricos y pobres pueden entrar, sólo hay una condición: Entregarle su corazón, y su fidelidad.
Cristo necesita hombres y mujeres que amen a Jesús y se aferren a él, y que aprecien el sacrificio infinito hecho en favor de la humanidad caída.
Aquí esta la sabiduría, del hombre sabio y temeroso de un Dios viviente.
MARANATA.
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