CAMINO DE GOZO.

Gozaos en el Señor siempre. Otra vez digo, que os gocéis. Filipenses 4:4.

Pablo a lo largo de subida, llena de peligros y contratiempos siempre estaba gozoso o contento. 

Nunca se cansaba de repetir que el gozo santo es uno de los principales deberes y privilegio del cristiano. 

No se, cómo fue a los primeros cristianos que pasaron por las terribles pruebas en los circos romanos. ¡No lo se! El Señor es siempre el mismo. En Malaquías 3:6. 

El profeta nos dice: El Señor rechaza de pleno la acusación de que pasa por alto el mal (cap.2:17). 

La santidad de Dios es enteramente constante e inalterable (Num. 23:19; Sant. 1:17). 

Precisamente por que Dios no cambia, permanece en sus propósitos eternos para su pueblo. 
Quizá el castigue, discipline o corrija a sus hijos. 

¿Acaso no merecemos que Dios nos corrija? ¡Hay de aquel que no sea corregido por Dios! Todo es con un sólo propósito, que nos arrepintamos y volvamos a Dios. 

Cuantas veces el pueblo de Israel fue avisado de que se volviese a Dios, y no lo hizo. Pero cada vez que Dios lo libraba de sus enemigos, se llenaban de gozo. 

Esa alegría o gozo de satisfacción, es el resultado final es un gozo al cual debe ceder a la tristeza y al dolor. Pablo sabía por experiencia lo que era el sufrimiento y el dolor. 

“otra vez diré” o exhortare a que estéis gozoso. De hecho, sin gozo el cristiano puede llegar a la desesperación del pagano. La fe en Cristo es un factor muy importante, sin ella el cristiano se vería en una profunda crisis. 

Bajo mi experiencia, hace dos años y seis meses que apenas puedo sentarme, tengo grandes picores, y cada día doy gracias a Dios cantando salmos. Sigo gozándome, porque esta enfermedad me ha hecho volverme más a mi Dios. 

Para Pablo y nosotros los goces comunes de la vida resultan intensificados y son hechos duraderos por el gozo espiritual que experimentamos en Cristo. 

El gozo irradia desde el interior. Esa es la razón por la cual el cristiano que ha llegado a comprender a Cristo siente gozo y permanece en el mismo; y brilla en el sol de su alma. 

Conocí a una cristiana muy anciana, cuando podía la visitaba, en su sufrimiento y dolor, ella estaba alabando a Jesús y pasaba un buen rato con ella. 

Cantábamos himnos, orábamos, y siempre me contaba que había tenido una visión de la tierra prometida. 

Dejo una huella profunda en mi corazón. 

Esta cristiana casi llegaba a los 100 años, su hija los 80 años. Mario la hija antes que ella. Esta hermana en Cristo murió de dolor por la muerte de su hija. 

Pero la huella que ha dejado esta mujer en muchas mentes, es para la gloria de Dios. “otra vez diré” “Regocijate en el Señor”

MARANATA.

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