viernes, 14 de julio de 2017

¿CUANTOS LLAMAN AL PECADO POR SU NOMBRE?


Cuando el venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. . . por cuanto no creen en mí. Juan 16:8,9.
Cierta joven lloraba sin consuelo. Había sido amonestada por un hermano de su iglesia con respecto a algunas cosas pecaminosas que había cometido. 

[La discreción y el amor es la base de la amonestación]. Este hermano había “llamado al pecado por su nombre”, y ella admitió libremente que había cometido ese error. “El Espíritu realmente está convenciendo -dijo ella-. 

Me siento aplastada”. El hermano le dijo:tal vez el Espíritu Santo no estaba necesariamente detrás de tus convicciones. Aunque parezca extraño a primera vista, Satanás también se ocupa en la tarea de convencer de pecado. 

A alguna persona consigue persuadirlas de no preocuparse por el pecado, a menos que sea por encontrar nuevas maneras de lanzarse a él. Pero tiene un enfoque especial para los que son conscientes. Les dice que el pecado es, fundamentalmente, acciones egoístas, pero no quiere que sepan siquiera de una relación con su salvador, el único que puede sanar el egoísmo, la envicia, los celos etc. 

La Biblia ciertamente confrontan los actos pecaminosos que nosotros, los humanos, encontramos tan fácil de cometer, pero Jesús sabe que tiene poco valor que envíe el Espíritu con una larga lista de actos pecaminosos prohibidos. Aquellos actos pecaminosos no son sino síntomas de una relación quebrada con nuestro Creador. 

Analizar los actos sin sanar primero la relación sólo empujaría a los pecadores asustados y culpables más lejos de un Dios santo. [Y por desgracia es eso lo que vi en mi iglesia]La convicción producida por Satanás se centra en la conducta, y su propósito es aplastar con la desesperación. 

La convicción que produce el Espíritu se centra en la relación, y su meta es reconciliar a los rebeldes para conducirlos a una confiada fe en Dios. Tal vez debiera detenernos y hacernos considerar con cuidado las empresas humanas que nos llevan a llamar al pecado por su nombre. Rara vez tenemos dificultades en percibir las señales exteriores de las heridas interiores de otras personas -eso que llamamos pecado. 

Aun podría alimentar nuestro orgullo ser capaces de señalarlas, darles “el nombre correcto”.Pero amenos que sepamos por qué la gente está herida interiormente, y a menos que sepamos cómo acompañarla/o de regreso a los brazos de Jesús (atengámonos de amonestar imprudentemente), bien podemos estar participando en la tarea demoledora de Satanás. 

Cuando lleguemos al punto en el que no podamos hablar del pecado sin hablar al mismo tiempo de Jesucristo, cuando el pecado sólo tenga sentido para nosotros en términos de una relación quebrantada con El, entonces estaremos listos para ser usados por el tierno Espíritu de Dios.
[Os pido que oréis por mi. 
Tegon una alergia que me ataca todo el cuerpo y los ojos, y no tengo ganas de hacer nada. Os ruego humildemente que oréis por mi, para que siga haciendo esta obra. Que Dios os bendiga].
Maranata:
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