lunes, 3 de julio de 2017

REPARADOR DE CASAS ARRUINADAS


Y edificarán los de ti los desiertos antiguos, los cimientos de generación y generación levantarás; y serás llamado reparador de portillos, restaurador de calzadas para abitar. Isa. 58.12.
El antiguo Israel tenía un problema. El muro de su capital había sido destruido no en su totalidad, sino parcial por las fuerzas enemigas del norte. Sus casas habían sido desbastadas. Pero aún vivían bajo la pretensión de ser el pueblo escogido de Dios, y sin embargo habían estado sitiados. 

Era necesario reconstruir más que los muros literales. “Es la misma situación que vivimos ahora el pueblo de Dios”. La nación necesitaba esa profunda restauración interior que sólo Dios puede hacer. 

Sus casas yacían en ruinas, así como sus corazones que habían sido saqueados por el enemigo de las almas. Se llamaban los “escogidos” , pero estaban alejados de quien lo había elegido. 

Estaban tan indefensos contra los que los llevarían en cautiverio como lo estaban contra los pensamientos que los convertían en prisioneros de la incredulidad. ¿Es como mirarse a través de un espejo? En Isaias 59:1-2. Dios explica que su actitud hacia Israel había sido constante. 

Ellos habían producido una separación entre ellos y Dios, a raíz de su empecinado rechazo de relacionarse adecuadamente con Él.  Insistían en pelear las batallas como dictaban su propia sabiduría, y luego pedían a Dios que acompañara sus decisiones con el poder divino. ¿No pasa eso hoy día? Todo éxito los volvía orgullosos, arrogantes, vanidosos, y Echaban a Dios la culpa de todo fracaso. 

Israel ayunaba para inducir a Dios a favorecerlos, para que los sacara de los enredos en que se metían solos. Dios quería que afrontaran la realidad de la vida. No quería que dejaran de alimentarse; querían que dejara de ser egoístas,avaros, vanidosos y mentirosos y voluntariosos. 

En esencia, El les decía: “Sepan cómo soy al experimentar lo que realmente quiero”. Dios quiere que dejemos de herirnos unos a otros -; que liberemos nuestra vidas de todo lo que pudiera mantenernos separado de El. Hemos sido atados a falsos conceptos acerca de Dios.

En consecuencia, hemos vivido de modo que nos negamos el privilegio de la amistad con El.  
Hemos tropezado en la oscuridad, sin saber que El es la luz. Nos hemos encontrado sin hogar cuando El quería integrarnos a su familia. La brecha en el muro de jerusalén era un símbolo de la brecha en las relaciones entre Israel espiritual y Dios. 

Al volver a una confiada amistad con El, no sólo se restauraría su ciudad para vover a ser segura, sino que ellos mismos estarían seguros contra las actitudes y falsos conceptos religiosos que los rodeaban. Esto no es menos ciertos para nosotros hoy que estamos esperando su venida.
Maranata.
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(Oren por mi enfermedad, es muy delicada) 

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