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REPARADOR DE CASAS ARRUINADAS
Y edificarán los de ti los desiertos antiguos,
los cimientos de generación y generación levantarás; y serás
llamado reparador de portillos, restaurador de calzadas para abitar.
Isa. 58.12.
El antiguo Israel tenía un problema. El muro
de su capital había sido destruido no en su totalidad, sino parcial
por las fuerzas enemigas del norte. Sus casas habían sido
desbastadas. Pero aún vivían bajo la pretensión de ser el pueblo
escogido de Dios, y sin embargo habían estado sitiados.
Era
necesario reconstruir más que los muros literales. “Es la misma
situación que vivimos ahora el pueblo de Dios”. La nación
necesitaba esa profunda restauración interior que sólo Dios puede
hacer.
Sus casas yacían en ruinas, así como sus corazones que
habían sido saqueados por el enemigo de las almas. Se llamaban los
“escogidos” , pero estaban alejados de quien lo había elegido.
Estaban tan indefensos contra los que los llevarían en cautiverio
como lo estaban contra los pensamientos que los convertían en
prisioneros de la incredulidad. ¿Es como mirarse a través de un
espejo? En Isaias 59:1-2. Dios explica que su actitud hacia Israel
había sido constante.
Ellos habían producido una separación entre
ellos y Dios, a raíz de su empecinado rechazo de relacionarse
adecuadamente con Él. Insistían en pelear las batallas como
dictaban su propia sabiduría, y luego pedían a Dios que acompañara
sus decisiones con el poder divino. ¿No pasa eso hoy día? Todo
éxito los volvía orgullosos, arrogantes, vanidosos, y Echaban a
Dios la culpa de todo fracaso.
Israel ayunaba para inducir a Dios a
favorecerlos, para que los sacara de los enredos en que se metían
solos. Dios quería que afrontaran la realidad de la vida. No quería
que dejaran de alimentarse; querían que dejara de ser
egoístas,avaros, vanidosos y mentirosos y voluntariosos.
En esencia,
El les decía: “Sepan cómo soy al experimentar lo que realmente
quiero”. Dios quiere que dejemos de herirnos unos a otros -; que
liberemos nuestra vidas de todo lo que pudiera mantenernos separado
de El. Hemos sido atados a falsos conceptos acerca de Dios.
En
consecuencia, hemos vivido de modo que nos negamos el privilegio de
la amistad con El.
Hemos tropezado en la oscuridad, sin saber que El
es la luz. Nos hemos encontrado sin hogar cuando El quería
integrarnos a su familia. La brecha en el muro de jerusalén era un
símbolo de la brecha en las relaciones entre Israel espiritual y
Dios.
Al volver a una confiada amistad con El, no sólo se
restauraría su ciudad para vover a ser segura, sino que ellos mismos
estarían seguros contra las actitudes y falsos conceptos religiosos
que los rodeaban. Esto no es menos ciertos para nosotros hoy que
estamos esperando su venida.
Maranata.
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(Oren por mi enfermedad, es muy delicada)
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