Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestras debilidad; pues qué de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles Rom.8:26.
El Espíritu de Dios se une con nosotros y con el mundo natural en el anhelo de que se complete nuestra salvación.
La debilidad espiritual que el pueblo padece, no sabemos como pedir y que debemos pedir o pedir como conviene.
Debido al ofuscamiento de nuestra visión humana limitada, no sabemos si la bendición que pedimos será lo mejor para nosotros. Solo Dios sabe el fin desde el principio; por lo tanto, en nuestras oraciones siempre debiéramos expresar nuestra sumisión completa a la voluntad divina para nosotros.
Jesús dio el ejemplo en esto, cuando oro: “Pero no sea como yo quiero, sino como tú” (Mat.26:39; cf. Jun.12:27-28). La obra del Espíritu Santo es impulsar al hombre a orar, enseñarnos lo que debemos decir y aun hablar por medio de nosotros (Mat.10:19-20; Rom.8:15;Gál.4:6).
Pablo, que escribió nuestro texto, habla por experiencia. Tenía un impedimento físico (2º Cor. 12:7), y aunque era evidente que no era la voluntad de Dios quitar dicho impedimento, Pablo creía que el Espíritu Santo lo ayudaba a soportarlo, y llegó a aceptarlo como un medio de Dios para guardarlo de la exaltación.
¿Quien sabe? Quizá por esa razón ocurre a veces que nuestra oraciones por sanidad no son contestadas para soportar el dolor. En nuestra iglesia llevamos mucho tiempo orando por un caso muy especial, un hermano tiene un cáncer y no hay mejoría. Nuestras oraciones son:
“Señor dale la fuerza de tu Espíritu para soportar la prueba, y por ende si es tu voluntad sana lo”. Para que tu nombre sea glorificado en él. Mientras Jesús estuvo en la tierra, simpatizo profundamente con los enfermos, tanto físicos como espirituales. No hay registros de que alguna vez se negase a oír una súplica de ayuda. Su mano sanadora estaba pronta a obrar.
Su voz estaba presta a presentar los deseos de Dios para el hombre. En nuestros impedimentos tenemos una fuente de poder disponible para todos: el poder de la oración. Como registra el texto:
“Que hemos de pedir como conviene, no lo sabemos”. De ello se encarga el Espíritu Santo. “Porque el Espíritu lo escudriña, aun lo profundo de Dios” (1 Cor. 2:10). Quiere interceder por nosotros ante Dios.
Tan grande es su angustia que gime con una profundidad de sentimiento que está más allá del entendimiento del hombre.
Pero Jesús lo entiende, y por causa de nuestro impedimento espirituales presenta su sangre delante del Padre. ¡Cuán agradecidos deberíamos ser! Amen.
Maranata
Luis
José de Madariaga.
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