Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a horra, prefiriéndoos los unos a los otros. Rom. 12:10
No debemos permitir que nuestro yo nos absorba y que olvidemos las demandas de Dios y de la humanidad. . .
Dios desea que seamos más bondadosos, más benignos y amables, menos criticadores y suspicaces, menos envidioso, y menos desear los sillones, para aparentar lo que no eres.
Menos yo y más amor hacia tus hermanos. Pues sera Dios que te juzgue tus actos, y en aquel tiempo no valdrán las escusas. ¡Oh, si pudiéramos tener el espíritu de Cristo y saber cómo tratar a nuestros hermanos y vecinos. . . Debemos de olvidarnos de nosotros mismos en el amante servicio hacia otros. . .
No debemos recordar algunos actos de bondad que hayamos hecho; quizá se borren de nuestra memoria. Pero la eternidad traerá en todo su esplendor cada acto realizado por la salvación de las almas, cada palabra hablada para animar a los hijos de Dios.
Y estas cosas realizadas por amor de Cristo será una parte de nuestro gozo a través de toda eternidad.
Cuando tratamos a nuestros hermanos con envidia y celos por buscar los primeros puestos en la iglesia, amenos que pidamos perdón, seguiremos un proceder anticristiano. Debemos de manifestar cortesía, en el trabajo y en el hogar, en la Iglesia y en nuestro trato con todos los hermanos y los hombre.
Especialmente con aquellos que están dado su vida por la causa de Dios. . . Cuando Jesús reina en el corazón, habrá dulce amor, y seremos tiernos e íntegros el uno para otro. . . No debemos dar ocasión para criticar ni tener envidia por el puesto que desempeñe mi hermano.
Un momento de impaciencia, una simple respuesta áspera, la carencia de amabilidad y cortesía cristiana en algunas cosas pequeñas o grandes pueden dar como resultado la pérdida de la influencia.
Dios desea que nos presentemos lo mejor posible bajo todas las circunstancia: en presencia de aquellos que son subalternos como también en la presencia de vuestros superiores.
Debemos ser seguidores de Cristo en todo tiempo, procurando honrarlos, tratando de representarlo rectamente en todo momento. . . Debemos tratar de vivir sólo para la gloria y no para que los hombres nos alaben. (Basado en RH. 24-2-1891).
Maranata
Luis
José de Madariaga.
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segunda venida apocalíptica.
La
Biblia a través del tiempo.
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