El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios. Rom. 8:16.
El texto nos habla de la unión del Espíritu de Dios con el espíritu del hombre.
Tal unión sólo puede llevarnos al éxito en todo esfuerzo por predicar el Evangelio de salvación a la humanidad. La unión de dos espíritus es un testimonio para todos de que somos hijos de Dios.
Esta historia es verídica como todas que relatamos en este blog. En un aldea de cierto país, un hombre vivía una vida doble. Recibió influencias de cierta iglesia cristianas, y profesaba ser un gran cristiano. Este hombre era importante en su aldea, no por causa de su cristianismo sino por el método de practicar el espiritismo.
Llegó un día en que un evangelista comenzó a dar una conferencias. Este hombre asistió a ellas por curiosidad. El Espíritu Santo entró en él, uniéndose con su espíritu. Llegó a ser a ser un hijo de Dios.
Después de un tiempo de estudio y meditación, el tenia que estar convencido que el evangelio era la guía de salvación hacia la tierra nueva. Tomó todos sus libros y otros materiales usados en sus practicas, y hizo una fogata y los quemo.
Al renunciar a las practicas del Espiritismo, renuncio a sus ingresos.
Al convertirse en un cristiano activo y testificador, perdió prestigio fama y dinero. Sus amigos lo dejaron. Su esposa a ver que no había ganancias lo abandonó.
Sus padres lo rechazaron y instigaron persecución contra él. La bendita esperanza estaba en él. El Espíritu Santo lo fortaleció de tal manera que pudo soportar la persecución y los asaltos de sus amigos. Cierto día llegó un ministro de cierta iglesia que atacaba la ley de Dios y su santo Sábado.
Este hombre con la conducción del Sato Espíritu, emprendió la defensa de su nueva fe con tal éxito que vino a ser una fuente de valor inspiración para aquellos que habían sido sus opositores. De esta manera, el Espíritu de Dios, unido con el Espíritu del hombre, produjo un gran cambio en la aldea.
Jóvenes, aquel mismo Espíritu Santo no limita sus actividades a los países lejanos del Asia central o de países del oriente. Está activo también aquí en Europa y áfrica. Está deseoso de unirse con nosotros no importa la edad que tu tengas, somos instrumentos en sus manos si lo dejamos actuar.
¡Que experiencia resultaría si cada uno de nosotros cayese de rodillas ante Dios con el Espíritu Santo del cielo. Estoy seguro que habría un reavivamiento en todo el mundo que no se ha visto jamás. La luz del Evangelio iluminaria los corazones del ser humano.
Maranata
Luis
José de Madariaga.
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