Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti; solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios. Miq. 6:8.
El propósito del plan de la salvación –a saber, es la restauración de la imagen de Dios en el alma humana. Este conocimiento es confirmado por el testimonio personal del Espíritu. (Rom. 8:6).
Lo que un hombre es tiene mayor influencia que lo que dice. Una vida serena, consecuente, piadosa es una epístola viviente, conocida y leída por todos los hombres. “Dime con quien andas y te diré quien eres”.
La santidad no está dada por lo exterior ni lo que se usa; Lo que llevas en tu corazón saldrá al exterior. Si en el corazón no hay envidias por querer desear el lugar de tu hermano, entonces lo que hay en tu corazón saldrá afuera.
Es decir: la bondad el amor, la pureza, la mansedumbre, la humildad y la integridad se reflejaría en el carácter; y un carácter tal está lleno de poder.
¡Que lejos esta este ideal de los dirigentes! ¿Que pocos obreros tienen esto? El Obrero que es guiado por el Señor es usado, recibe la gloria.
El corazón henchido con el amor del Salvador, diariamente recibe gracia para impartir. La vida revela el poder redentor de la verdad. El testimonio respecto a Jesús fue: “¡Jamás hombre alguno ha hablado com o este hombre!” (Juan 7:46).
Esto no se puede decir de algunos dirigentes de este país. La razón de que Cristo hablara como ningún otro hombre ha hablado era que vivió como ninguno otro hombre ha vivido. Si no hubiera vivido como lo hizo no habría podido hablar como hablo. “Pocos dirigentes pueden decir esto”.
Las palabras de Jesús penetraban con su convincente poder,porque manaba de su corazón puro y santo, rebosante de amor y simpatía, caridad y verdad.
Al igual que el Israel de antaño, no hacemos caso de los profetas, Dios no desea los bienes intelectuales, ni los títulos; solo desea su carácter, y una obediencia a su voluntad; no sólo su servicio sino su alma.
Pocos se humillan, contra más sera el rango más orgullo poseen. Dios nos dice hoy: Humíllate, camina humildemente y haz mi voluntad.
Si confiamos constantemente en Dios, los ángeles realizaran su trabajo, y no dejarán que su obra se deteriore.
No permitirán que se desvié en apariencia que hagan peligrar la causa de Dios. ¿Amen! El Señor esta observando la labor que viene de la manos de sus dirigentes, y de su pueblo.
La importancia del hombre no se mide por la posición de responsabilidad que ocupa sino por el espíritu cristiano que revela. Cuando el Salvador mora en el corazón la obra muestra la impresión del toque divino (Carta 187-1902).
Maranata
Luis
José de Madariaga.
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