Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré; y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón. Jeremías 29: 12,13.
¿Alguna vez te has perdido? ¡Yo sí! Y os digo que es una experiencia aterradora. Perderse en una ciudad no es tan aterrador, pero perderse en la selva del Orinoco, eso si es aterrador.
Cojees una senda que crees que va al rio y te adentras más en la profundidad de la selva. Cuando te das cuenta no oyes el cantar de las aves, y la selva se vuelve más espesa, existe un silencio, y oyes ruidos por todas partes. Vas mirando los arboles y vas marcando tu senda en los arboles.
¡Hay! Me he perdido. La selva se va volviendo más espesa y tienes que usar el machete para abrirte paso. Tienes que tomar una decisión, volver tras tus paso al claro done iniciaste el camino. Cuando te volteas para andar tras tus pasos, te encuentra a un indígena casi desnudo.
Con sus flechas y su arco.
Contemplas la gran sonrisa del hombre, y te habla en tu propio idioma. ¿Te as perdido? Uno se queda blanco y rígido, no sabe que decir. Hasta que cobras el sentido y le dices, “si”
El hombre con la cara sonriente, hace una señal con su brazo y salen entre la selva varios indigenas mas, iban de caza. Nos indicaron el camino hacia el rio, pero nos advirtieron que la Baba estaba muy cerca.
Esto me recuerda al cautiverio de Israel en Babilonia, Dios miraba a su pueblo que estaba pasando por una prueba difícil por culpa de su iniquidad. El amor de Dios por su pueblo se manifestó y su misericordia fue en abundancia. El pueblo de Dios esta pasando por el desierto de las naciones.
Y esto me recuerda a Deut.4:9 Mas desde allí buscares a Jehová tu Dios, lo hallarás, si lo buscares con todo tu corazón y con toda tu alma. Dios explica que no puede hacer nada en favor de su pueblo amenos que éste lo busque con un propósito sincero. La promesa se amplia no solamente para el pueblo de Dios, sino para los que están aun en Babilonia.
Hoy hay en el mundo millones de personas que están perdidas en la selva del pecado. No saben como salir de él. Dios extiende su mano a través de su pueblo para salvar a estas personas. Es nuestra responsabilidad ponerlos en el camino que los llevara al reino de los cielos.
En la Iglesia hay quienes estuvieron en el camino, pero fueron desviados quizás por algún miembro imprudente, que se creía sabio en su propia necedad. 36 Mediante Jeremías Dios ha señalado el camino de regreso.
Llamémoslo. Oremos como nunca antes hemos orado. En nos oirá en la profunda selva de nuestra alma. Bebemos buscarlo con todo nuestro corazón, así como yo busque el camino hacia el rio, y fue Dios quien me ayudo a salir. El camino es Cristo y por medió de su Santo Espíritu nos conducirá, al camino Real.
Maranata
Luis
José de Madariaga.
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segunda venida apocalíptica.
La
Biblia a través del tiempo.
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