Alma mía en Dios, solamente reposa, porque de él es mi esperanza. El solamente es mi roca y mi salvación. Es mi refugio, no resbalare. Salm. 62: 5, 6.
Los que no son creyentes de la Biblia, es muy difícil no imposible creer en un Dios misericordioso, y que murió por nos, para que podamos ver el amanecer de un nuevo día. Se ha dado a cada uno de los seres humanos, el inestimable privilegio de ser hijos de Dios. ¿Por qué, pues, hemos de estar triste?
La invitación es a los seres humanos, pero hay creyentes y no creyentes que no aceptan a Cristo como su salvador, no hablo de los llamados cristianos. Ellos creen en Cristo, pero Dios hace la invitación a todos. Somos pecadores, pero tenemos un Salvador que quita nuestros pecados, porque en él no hay pecado
El cristiano tiene o tenemos que hacer frente a muchas dificultades, a muchos inquietantes problemas que resolver. ¿Tú crees que Dios existe? ¡Si! Bien haces los demonios tan bien creen y tiemblan.
¡No! Entonces seras juzgado sobre los hechos de tu conciencia, para muerte eterna. Pero para el cristiano es diferente, porque creemos en un todopoderoso Ayudador que escuchará nuestras peticiones por la misma disposición voluntaria y feliz con la cual atendió los pedidos de los que acudieron a él cuando estaba personalmente sobre la tierra.
Cristo nos hace un llamado. Os pido que no quitéis vuestras manos de las mías, yo os sostendré en el día de la prueba, y gobernare vuestra vida. ¿Cometéis errores? No os desaniméis, yo también los cometo.
El Señor puede permitir que cometamos pequeños errores para que acudamos a él y así con su infinito amor podernos salvar de la maldición del pecado.
“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para que nos perdone nuestros pecados, y nos limpie de toda maldad. (1º Juan 1:9).
Cuando el desánimo os oprima pesadamente, leer estos versículos. Salm. 42:7-11. Habéis escuchado una cascada de cerca, cuando hay deshielo. ¡Yo sí! Es impresionante y al mismo tiempo te siente atraído por su fuerza.
El salmista esta expresando en su interior las olas y las ondas de su tristeza por alejarse de Dios. Es como ves que te estas ahogando y ves tu impotencia por salir.
David se despierta de la muerte (Sal. 88:7) del pecado y ve la luz y la misericordia de un Dios compasivo, y con fe se aferra a sus promesas.
La respuesta está en el (Sal. 86:15,17).
Y termina con una confianza tal que es expresada así: Jehová de los ejércitos. Dichoso el hombre que en ti confía.
En medio de su desesperación, David vislumbra un rayo de esperanza. Tú esperanza esta en Cristo, Con amor eterno te he amado. (Jerm. 31:3).
Maranata
Luis
José de Madariaga.
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segunda venida apocalíptica.
La
Biblia a través del tiempo.
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