viernes, 15 de enero de 2016

EDIFICANDO EN CRISTO


Por tanto, Jehová el Señor dice así: He aquí que yo he puesto en sión por fundamento una piedra piedra probada, angular, preciosa de cimiento estable; el que creyere, no se apresurará. Isaías 28:16.
Porque nadie puede poner otro fundamento que él que está puesto, el cual es Jesucristo” (1 Corintios 3:11). La piedra angular es Cristo (Mat. 21:42; Hech. 4:10-11; Rom. 9:33; Efe, 2:20; 1º Ped. 2:6-8). 

Se trata de una piedra probada, sobre la cual la iglesia podría estar firme. No se refiere a Pedro ¡No! No hay base teológica. La piedra angula era la base del edificio. El hombre sensato (Mat.7:24-27). 

Pedro mismo declara que la roca o piedra reprobada es Cristo (Hechos. 4:8-12; 1º Ped. 2:4-8). Cristo es el Verbo la revelación de Dios, -la manifestación de su carácter, su ley, su amor, su vida- es el único fundamento sobre el cual podemos edificar un carácter que perdurará para la eternidad. 

Edifiquemos sobre Cristo obedeciendo su palabra. No es justo el que solamente goza de la justicia, sino el que hace justicia. La santidad no es arrobamiento; es el resultado de la entrega completa a Dios; es hacer la voluntad de nuestro Padre celestial. 

La religión consiste en cumplir la palabra de Cristo; no para ganar el favor de Dios, sino porque, sin merecerlo, hemos recibido el don de su amor. Cristo dala salvación al hombre que no sólo hace profesión de fe sino que la manifiesta en obras de justicia. 

¡No por obras será salvado el hombre! “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios” (Rom. 8:14). 

No aquellos cuyos corazones son tocados por el Espíritu, sino aquellos de vez en cuando ceden a su poder, sino los que son guiados por el Espíritu son hijos de Dios. Vivir por la palabra de Dios significa la entrega a él de la vida eterna (RH, 1908).  

La manifestación de los hijos de Dios se demuestra de muchas formas y maneras. Los que guardan la ley, visita las viudas, cuidan a los huérfanos, y cuidan de los enfermos, estos son los hijos de Dios. 

Hemos de ser hijas y hijos de Dios que crecen como el árbol del Líbano que planto Jehová. 

“Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios. . . 
  edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo” (Efe. 2:19-20) Este es nuestro privilegio (RH19-3-1895).
Maranata
Luis José de Madariaga.
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La Biblia a través del tiempo.

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