Entonces
Jesús dijo al centurión: Ve, y como creíste te sea hecho. Y su
mozo fue sano en el mismo momento. Mat. 8:13.
El
centurión era un gentil, que era un oficial del ejercito romano, era
un oficial con un mando táctico y administrativo, eran escogidos por
sus cualidades de resistencia y templanza al mando. Estaba al mando
de una centuria. Estaba mal visto por los judíos que un gentil se
acercara a Jesús.
Pero
este Centurión creía en el Dios de Israel, él había visto algo de
la religión hebrea que otros romanos no veían. Por otro lado, él
había oído por sus hombre lo que Jesús hacía y de las grandes
señales que hacia. Su fe se acrecentaba cada día, por fin la
prueba de su fe, fue probada por Dios.
Con
humildad se dirigió de su casa para ver a Jesús y pedirle un favor,
no para el, sino para un siervo era muy “honrado”. Si estudiamos
a los romanos de aquella época, eran crueles con sus enemigos, y un
esclavo no valía nada, valía más una oveja que un hombre.
Per en
este caso no era así. Se le acerco a Jesús pidiendo un favor muy
especifico: La curación de su siervo el “apreciaba”. La
enfermedad del siervo era una parálisis o una fiebre reumática
según (Mat. 4:24; 8:6).
Recordemos
que Roma estaba subyugando al pueblo de Israel, bajo el mandato de
Herodes, busco un intermediario el anciano de la aldea el principal.
(Mat.7:6), como era la costumbre, mas tarde envió a dos, pero
impaciente por la tardanza fue el mismo a ver a Jesús.
Hay
un dialogo entre Jesús y el centurión, que aveces pasamos por alto.
Yo lo llamo el dialogo de la sinceridad y del amor. Señor no te
molestes, pues no soy digno de que entre bajo mi techo.
Los judíos
lo consideraban un hombre relevante, pero el se consideraba indigno.
Cuando se es consciente de la propia indignidad, se es digno del más
alto elogio. Cristo vio una fe sincera, vio a un hombre que por las
circunstancias de la vida estaba ejerciendo un cargo militar. Este testo me viene a mi mente, un caso de un militar, que no fue vautizado por la intolerancia de unos malos pastores. Sera Dios que demande esa alma de ese hombre.
Pero la
gran pregunta es: ¿De donde tenia este hombre tanta fe en Cristo?
¿Que ejemplo puede darnos a nosotros hoy día? Su corazón había
sido conmovido por la gracia Divina de Cristo.
Veía
su propia indignidad; pero no temió en pedir ayuda. No confió en su
propia bondad; su argumento era su gran necesidad. Su fe echó mano
de Cristo en su verdadero carácter. No creyó en él meramente como
en un taumaturgo, sino como en el Amigo y Salvador de la humanidad.
En
un mundo de violencia en que vivimos, solo la fe salvadora puede
salvarnos de la lepra del pecado. Y la única cura es la fe en Jesus.
“Para tratar las heridas del alma se necesita el tacto más
delicado, la más fina sensibilidad. Lo único que puede valernos en
esto es el amor que fluye del que sufrió en el Calvario” (basado
en D.T. 408).
Maranata
Sigan
orando por la vista de mi esposa.
Luis
José de Madariaga.
La
Biblia a través del tiempo.
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segunda venida apocalíptica
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