martes, 14 de abril de 2015

¡A LLEGADO LA HORA!


Pasó la siega, terminó el verano, y nosotros no hemos sido salvos. Jer. 8:20.

Algunos eruditos consideran que este verso es una queja más de los cautivos en Babilonia; otros piensan que es la continuación del amargo lamento del profeta por su pueblo condenado a la esclavitud.

En todo caso, es el lamento del fracaso. El pueblo de Dios no tiene buenas cosechas, el profeta se lamentaba se pasaría el verano y el pueblo se moriría de hambre. Jeremías estaba quebrantado porque conocía la completa ruina que aguardaba a su pueblo.

Es triste decirlo, pero si estuviera en el siglo XXII Jeremías se lamentaría de la ruina de su pueblo. ¿Por qué? Porque las normas morales en el pueblo de Dios han sido rebajadas por los dirigentes, por los ancianos, y el pueblo sigue las normas del mundo. Hoy, hay pocos hombres consagrados que llaman las cosas por su nombre.

En medio de la filosofía lisonjera y de la mucha y la mucha conversación acerca de la necesidad de amarse unos a otros, todavía sigue siendo cierto que hay un cielo que conquistar y un infierno que evitar.

En cada alma, yo el primero, debemos hacer frente a esta dos posibilidades, y a cada uno le llega la oportunidad de tomar una decisión. Al igual que el pueblo de Israel bajo sus normas morales, así el pueblo de Dios las esta bajando. 

El ver.20, el furor de Dios sera contra su pueblo, ver 24, Y no oyeron ni clamaron su oídos; antes caminaron en sus propios consejos, en la dureza de su corazón.

Jeremías tiene motivo para llorar por su pueblo. No había bálsamo para su pueblo. Pero hoy día si que tenemos bálsamo, ya que nuestra garantía es Jesus. La vacilación o la demora pueden ser causa de eterna perdición. Si Jesús nos llama a dar a otros paso en la vida cristiana, dalos, no sea que pase la siega, termine la cosecha de los frutos y tú descubras o yo, que lo hemos perdido todo.
El cristiano debe de saber que Cristo nunca habla a una persona tan íntimamente como cuando está de rodillas confesando sus faltas y humillándose.”Jesús nos conoce individualmente, y se conmueve por el sentimiento de nuestras flaquezas. No conoce a todos por nuestro nombre. Conoce la casa en que vivimos, y el nombre de cada ocupante. Dios a veces da instrucciones a sus siervos para que fueran a cierta calle en cierta ciudad, a tal casa, para hallar una de sus ovejas”.

Es por ese amor que Dios demostró hacia su pueblo, que este debería dar todo por él. Es necesario una renovación interior para que salga dentro de nosotros ese nuevo hombre y mujeres que den el último mensaje a este mundo. 

 No caigamos como cayo Israel en Canaán, se paso el verano y ellos no serán salvos.
Promesa.”El amor de Dios aún implora al que ha escogido separarse de él, y pone en acción influencias para traerlo devuelta a la casa del Padre.. . 

La misericordia y compasión del amor divino, a manera de una cadena de oro, rodea a cada alma en peligro”. (PVGM 159).
Maranata
Sigan orando por la vista de mi esposa.
Luis José de Madariaga.
La Biblia a través del tiempo.
http:// segunda venida apocalíptica

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