domingo, 28 de enero de 2024

LA PROSPERIDAD ES COMO UN PRECIPICIO.

Miré yo luego todas las obras que había hecho mis manos, y el trabajo que tomé para hacerlas; y he aquí, todo era vanidad y aflicción de espíritu, y sin provecho debajo del sol” (Ecle. 2:11).

Salomón contempló las obras que había hecho a lo largo de su vida. Miró con su “rostro” Salomón dirige su rostro a algo para tomar nota de ello. 

Y contempla con asombro que todo es vanidad, todo lo que le rodeaba los banquetes, la música, los placeres todo lo que ve, no le proporciona ninguna satisfacción perdurable. 

Según Juan 4:24, “Dios es Espíritu”, no un espíritu” en el sentido de ser un espíritu entre muchos, sino absoluta y esencialmente espíritu. 

El ser humano debe llegarse a Dios mediante su propio espíritu, y sólo en una unión tal, puede hallarse perfecta satisfacción y contentamiento. 

Salomón llega a la conclusión de que todo los placeres del mundo no eran sino “vientos”aliento” que pasa con rapidez. 

Salomón a lo largo de su vida, probó cada experiencia, cada empresa realizada, cada placer, en lo que se complació buscando el “provecho” que pudiera obtener. 

Todo lo que hizo era para satisfacer su propio corazón. Hay jóvenes y adulto, que como Salomón, buscan satisfacer su propio espíritu. 

A lo largo de su vida solo quería satisfacer a sus esposas impías, dando lugar a la ambición y al poder entre ella. 

La construcción de casas lujosas, y palacios suntuosos, le desviaron de hacer otros menesteres más humanitarios. 

Los pobres no estaba recibiendo sus casas, ni el alimento, ni vestidos, como el Señor se le ordenó. 

Y poco a poco su corazón se fue desviando de Dios. ¿Cuántos jóvenes y adultos se desvían de los caminos de Dios? Solo por poner sus intereses antes que los de Dios.

Su eficacia moral se desvaneció y su espíritu decayó. A lo largo de nuestra vida, desperdiciamos nuestros talentos en cosas banales. 

Nos sentimos débiles porque vemos que Dios no nos ayudó, cuando en la realidad, fuimos nosotros que nos alejamos de Dios. 

Esta es la historia de tantos jóvenes de nuestra iglesia. 

Salomón se sintió libre para vivir una vida salvajemente licenciosa. Su decisión tuvo sus consecuencias. 

Cuando nos separamos de Dios, el conocimiento del Eterno se apartaran de nosotros. Si nos apartamos de Dios, viviremos en una burbuja, lleno de peligros y ansiedades. 

Y diremos: ¿Dios no me está ayudando? ¿Quien se alejó de Dios? Tú ó Dios. Piensalo bien.

MARANATA.

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