domingo, 17 de septiembre de 2023

EL ÁNGEL ACAMPA A NUESTRO REDEDOR.

Él te librará del lazo del cazador; y de la peste destructora. Con sus plumas te cubrirá y debajo de sus alas estarás seguro; escudo y adarga es su verdad. Sal 91:3-4.

El día 13 de septiembre como cada día me levanté sobre las nueve, después de asearme, dedico un tiempo a la oración y meditación, di gracias a mi dios por el descanso y pedí su protección para ese día. 

Salí de mi casa para hacer unas gestiones administrativas. Y sobre la una de la mañana me paso lo que les voy a relatar.

Queridos amigos y amigas que seguís este blog, el día trece de este mes volví a nacer de nuevo. Me dirigía a una calle céntrica de Zaragoza, cerca del Corte Inglés en mi ciudad. 

Cuando fui a pasar a la otra cera, resbale y caí a la vía donde circulaban los coches.

Caí de costado y quede aturdido cuando vi que un taxis freno y quedó a unos 7 metros de donde estaba tumbado en la vía pública. 

Por un instante sentí que había llegado mi día en este mundo hice una oración y me puse en manos de mi Dios. 

El tráfico se paró, y el taxista salió corriendo para atenderme, se acercaron muchas personas para socórreme. 

Pasó en ese momento pasó un médico, y lo primero que hizo es tomarme el pulso, y dijo a los que me asistían que no movieran, ya que podía tener lesiones graves.

Estaba tendido en el pavimento con las piernas dobladas. Los transeúntes llamaron al 091, que es la ambulancia, y ha los cinco minutos vino la policía y cortó el tráfico. 

Durante esos 20 minutos, se me hicieron una eternidad, con un dolor insoportable. 

Vi la mano de Dios que me protegió, pues si el taxista hubiera ido mas rápido, me hubiera pasado por encima. 

Doy gracia a mi Dios, por qué a pesar de los hematomas y un dolor inmenso en las costilla, no fue a peor. 

Nunca sabemos cuándo llegará nuestro fin en esta vida. Por eso siempre hay que esta preparados espiritualmente, porque nunca sabemos cuando nos llamara Dios al descanso. 

Mi conciencia estaba tranquila, porque tres horas antes me había puesto en manos de mi Dios. Cuántas gracias debemos dar a Dios por mandar a sus ángeles para que nos cuide.

Que esta experiencia corta, pueda servir para vuestra ayuda. Siempre que nos levantemos, bien sea para ir al trabajo, o al colegio, que salgamos a la vía pública, pongamos nos en manos de Dios, pues nunca sabremos que sera de nosotros en ese día. Amen

MARANATA.

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